El PRI, con la dirigencia nacional que tiene, cada día se hunde más y hace unas horas su presidente Alejandro Moreno, acompañado de su secretaria general Carolina Viggiano, hizo una propuesta que es un verdadero despropósito, aparte de irresponsable en lo social, en lo político, la negación a una nación con instituciones, con una apuesta en seguridad para acceder a la justicia por propia mano con todas sus consecuencias.
Moreno propone, en síntesis, que las familias mexicanas tengan armas de mayor calibre para defenderse de la delincuencia ante la ineficacia del estado para dar seguridad a la gente.
Pretendió ser un golpe mediático para descalificar a AMLO y sus políticas de seguridad y ganar simpatías populares con esto de armar a la gente, pero el rechazo que provocó en la mayoría muestra que ALITO no le atina a una y que el PRI navega como barco sin destino con ocurrencias como esta.
Desde luego que parte de algo real como es la pésima política pública del presidente en el tema de seguridad, pero su propuesta es un adelanto de lo que el señor Moreno sería con poder.
Porque la experiencia en eso de armar a la gente es de resultados terribles, como pasa en Estados Unidos, donde es causa de masacres y no soluciona nada en seguridad.
Imagine usted lo que pasaría con armas de alto poder en los hogares, en su calle, colonia, ciudad o pueblo.
Pensemos en Hidalgo con gente armada de manera legal en el Mezquital y en la Huasteca.
No cuesta mucho imaginar lo que pasaría.
Por sentido común es una propuesta sin futuro.
Y el desastre en lo político es evidente, pues de un golpe se acaba con un país de instituciones y volvemos al inicio de la historia, en que se impone el más fuerte, el que tenga más y mejores armas en este caso.
Todo indica que la salida real es cumplir con la ley y que el gobierno cumpla con su trabajo, que se fortalezca el país en sus instituciones, pero no acabarlas, porque estaríamos en camino al caos y a la nada.
Viendo estos dislates se entiende la triste situación del PRI, dirigido por gente ambiciosa, soberbia y sin sentido de trascendencia histórica más empeñados en pelear lo suyo y sus ganancias, que lo que le conviene a su partido y a México.
Está claro que a Alito y a Viggiano les quedó grande la yegua.
Por: Adalberto Peralta Sánchez
Nací el 11 de mayo de 1946 en un pueblito que tiene una laguna con patos y un parque con bancas con el nombre grabado del donante. Una de esas bancas tiene el nombre de mi padre. Estudié Filosofía y ejerzo el periodismo desde hace varios años. Colaborar con mi hijo en EFFETÁ me llena de orgullo. Trataré de hacerlo bien.