¿Cómo gobernar Hidalgo en tiempos electorales?

Los tiempos electorales han obstruido la redistribución de oportunidades de programas sociales y acciones de Julio Menchaca, por lo que es necesario que la ingeniería electoral edifique escenarios que no aten las manos a las estructuras de gobierno.

El cierre de las campañas electorales marca el desenlace e impacto social de un proceso político, cuyo desgaste ciudadano ha obstruido la redistribución de oportunidades de programas sociales y acciones del ejercicio de gobierno de Julio Menchaca en Hidalgo.

 

En este sentido, la gobernabilidad -como premisa de calidad de interacción y armonía del ejercicio de gobierno con la ciudadanía-, se ha visto deteriorada en un momento donde la crisis hídrica del ecosistema ha quedado de lado en las discusiones del Congreso local por la efervescencia política de cara a las elecciones del 2 de junio.

 

Sin embargo, la sociedad civil en Hidalgo no puede quedar a la deriva. Esta condición que tuvo que ser atendida con las acciones de gobierno itinerante, emprendidas por Julio Menchaca y que no es otra dimensión que salvaguardar la gobernabilidad y operación del aparato de Estado en momentos de crisis ecológica y, con ello, evitar el escenario de desencuentro social que iba in crescendo frente al desabasto de agua en diferentes regiones, comunidades y municipios.

 

No obstante, los procesos políticos internos no pueden darse en el marco de una gobernabilidad itinerante y mucho menos intermitente. Es necesario que la ingeniería electoral edifique, como prescripción lógica, escenarios que no aten las manos a las estructuras de gobierno, porque los procesos electorales crean un impasse, sólo en el imaginario electoral, no en la realidad social.

 

La complejidad política en el ejercicio de gobierno que experimenta Julio Menchaca, presenta dos escenarios inmediatos: en primer término, deberá activar el flujo de respuesta de los programas sociales en concordancia a las Rutas de la Transformación nacional y, en un segundo momento, deberá garantizar la armonización política-gubernamental de los 84 municipios para consolidar el Plan C de Claudia Sheinbaum y, con ello, fortalecer la presencia guinda en el estado e ir perfilando un gobierno hacia la continuidad política de Morena, más allá del próximo sexenio.

 

El proyecto político de López Obrador fue concebido para que, en la modificación estructural de las instituciones, se garantizara vertientes democráticas de inclusión social de los sectores desposeídos de la población, y el apuntalamiento de los sectores medios, como piso firme para poder maniobrar con la burguesía nativa. Estas condiciones no son menores en la “Operación Hidalgo”, que denota la depuración política de las estructuras gubernamentales y trazan en las acciones del gobierno itinerante de Julio Menchaca, la presencia de una gobernabilidad de calidad que profundice lo hecho hasta ahora con los programas sociales y las acciones de gobierno.

 

La gobernabilidad de calidad se construye en políticas públicas de última generación, como las efectuadas en Europa y el cono sur, donde la horizontalidad ciudadana en la toma de decisiones gubernamentales opera desde las municipalidades, incrementando la interoperabilidad de las instituciones, su visibilidad y el gobierno en público.

 

En este escenario, la arenga de ¡primero el pueblo! debe trascender en el empoderamiento de la participación y deliberación ciudadana en los 84 ayuntamientos de Hidalgo; esto, sin duda, consolidará el Plan C de Claudia Sheinbaum y garantizará la gobernabilidad de calidad donde, en términos estrictos, ¡el pueblo es primero!


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