El triunfo de Joe Biden como presidente de Estados Unidos se presenta en una coyuntura de salud que ha causado estragos en diversos ámbitos de la vida a nivel mundial.
Los hechos de violencia instigados por Donald Trump para impedir el ascenso de Biden advierten un escenario no descrito detrás de la derrota republicana y del desaire del magnate al poder político de Washington.
Ante un país dividido, Biden ha mandado mensajes y medidas de integración social, pero la supremacía blanca no ha admitido su ascenso al poder y clama por Trump, al grado que la polarización de fuerzas políticas se mantiene y ha hecho que la presente administración no pueda caminar sin el peso y la sombra del neoyorquino.
El capital político del expresidente es para muchos inexplicable frente al análisis lineal que habla de un personaje sin pasado en la materia, de un patán y un racista que generó aislacionismo político de Estados Unidos, inclusive de sus aliados.
En Miami, Trump es aclamado por la supremacía blanca pero también por los sectores blancos que no detentan las grandes fortunas de Estados Unidos, lo que ya perfila su posible retorno a la política dentro de los próximos cuatro años para ser postulado por los republicanos, nuevamente, a la presidencia, camino que tendría allanado gracias a la fractura interna de los republicanos, que hoy no encuentran cómo cerrar filas.
En este trazo, la administración de Biden ha iniciado con menor fuerza política que con la que llegó a contar Donald Trump, cuestión que presupone un panorama inestable para los demócratas, porque un presidente con un precario capital político no podrá hacer frente a las tareas públicas, máxime si las élites de supremacía blanca no congenian con el proyecto demócrata.
Hoy, en el sentimiento de muchos norteamericanos se asoma la nostalgia temprana por Donald Trump, pese a todas sus patanerías e inconsistencias, quizá porque los pueblos viven de capital simbólico, aunque la realidad sea otra.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
