El colapso de la democracia

El inicio desencantado del proceso electoral en Hidalgo evoca en la memoria el fracaso de gobiernos municipales que no han podido generar las oportunidades sociales y desarrollo económico que exige la ciudadanía; por el contrario, se propician inercias de gasto donde no existe mayor obra productiva, sino infraestructura que suele no impactar en el desarrollo humano.

Sin memoria y en un momento de pandemia, el proceso electoral es abordado de manera prácticamente virtual que lo focaliza en pocas manos, porque la mayor parte del electorado no es urbano y no cuenta con los medios electrónicos para estar al tanto y, por ende, la guerra mediática parcializa, como nunca antes en la historia, la oferta política de los candidatos, la cual en términos estrictos nunca ha sido conocida en su justa dimensión por la ciudadanía, que suele no enterarse recurriendo a los debates televisados.

En este marasmo, la famélica democracia colapsa sin que los ciudadanos se hayan opuesto a un proceso electoral que no debió llevarse a cabo frente a la pandemia por no contar con las garantías hacia la ciudadanía y que resulta en extremo peligroso, realidad que todos conocemos.

Así, el escenario político se derrumba, se quiebra en la imagen de los candidatos que, en su mayoría, no son distintos a los que han deambulado con promesas sociales, pero carecen de proyecto político y planeación democrática; todos tienen con intenciones y rimas, verbos sin fondo, habitualmente halagando al oído de ciudadanos que no suelen conocer la oferta política.

El oportunismo del mesianismo político de los candidatos se impone; hasta ahora, los pocos ciudadanos que escuchan en alguna calle no hacen que la realidad tome un rumbo contundente de cambio político para los ayuntamientos, como tampoco lo hacen los candidatos que deambulan como zombis en calles desiertas.

De este modo colapsa la precaria democracia, la ciudadanía queda al garete y como barquitos de papel, las ilusiones darán paso a la prolongación de administraciones fallidas, con poco margen de acción y sin la legitimidad y credibilidad ciudadana, que no les hacen falta porque, por décadas, los ayuntamientos gobiernan dándole la espalda a los ciudadanos, igual que sordos que saben que existe el lenguaje social, pero que no lo escuchan ni lo pueden escuchar.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.