Pocos días antes de la consulta popular que se realizó este domingo, los trapos del gobierno de Enrique Peña Nieto seguían apareciendo, sin que hasta ahora esto haya significado alguna sanción legal para el expresidente.
Pegasus fue más que un software de espionaje producido por NSO Group, que oscilaba entre el desvío de fondos públicos y redes que permitían el control de información; también ha traído al escenario el hecho de que el Estado es una fuente inmejorable de control social cuando se encuentra en manos de una clase política sin escrúpulos y proclive a la corrupción.
De acuerdo a la Unidad de Inteligencia Financiera, de la Secretaría de Hacienda, la empresa KBH TRACK, quien operaba Pegasus, habría tenido negocios por alrededor de 32 millones de dólares provenientes del gobierno de Peña Nieto, cuestión que no solo atiende al desvío de fondos públicos, sino también al espionaje telefónico al estilo del caso Water Gate en la era de Richard Nixon.
La administración Peña Nieto está en el ojo del huracán por este nuevo escándalo, que pone al descubierto los manejos turbios de diferentes sexenios, como el de Felipe Calderón, lo cual evidencia que el Estado puede constituir un instrumento de cuando se le utiliza para oscuros propósitos.
Sin duda, el caso Pegasus engrosa las huellas siniestras de la política en México, cuestión deplorable pero que de ninguna forma puede extrañarnos, ya que las prácticas de espionaje se han vuelto rutinarias, pero son mucho más cruentas de lo que vemos en las películas, porque aquí se juega con las vidas de los ciudadanos.
La actual administración de López Obrador está cumpliendo, a ojos de propios y extraños, con el combate a la corrupción de la clase política en México; sin embargo, los ciudadanos esperan mucho más en torno a la delincuencia organizada, donde el déficit de procuración de justicia es el dolor mayúsculo de cabeza.
En todo caso, el gobierno de López Obrador deberá sentar las bases para que el espionaje en México no se presente en la esfera pública ni en la privada, porque en él se cierne un peligro de control social y de corrupción inenarrable.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.