El PRI en los tiempos de Carolina

“El trato rudo y soberbio de la oriunda de Tepehuacán de Guerrero fue adoptado por el joven e inexperto dirigente, Marco Antonio Mendoza Bustamante, y eso se ha venido reflejando en el trabajo que se realiza en el partido”.

En la sede del otrora poderoso Partido Revolucionario Institucional (PRI) Hidalgo priva la nostalgia. Sus integrantes recuerdan cómo en fechas electorales el cubo de Colosio era un hervidero de aspirantes a cargos de elección popular en busca de que apuntara hacia ellos el siempre sabio dedazo.

Veinte o treinta prospectos de dos o tres grupos de la región se disputaban sin piedad la posibilidad de representar al tricolor; presumían ser los más queridos, tener la simpatía de miles de seguidores y ser la mejor opción para llevar progreso y bienestar a sus pueblos. Compromisos y palabras que, por cierto, siempre se llevó el viento.

En el PRI, según la dirigencia, algunas veces los instaba a ponerse de acuerdo bajo la advertencia de que, o lo hacían o el Comité Directivo Estatal se reservaría el derecho a elegir. Entonces era cuando la gran mayoría se descartaba en favor de alguno de los aspirantes verdaderamente fuertes, a cambio, claro, de algún cargo en la futura presidencia municipal o incluso de alguna concesión como la maquinita expendedora de refrescos, dulces y panes o de café. De ese tamaño era la fortaleza de sus convicciones.

Ciertamente, las cosas han venido cambiando en estos tiempos en los que Carolina Viggiano es ama y señora de lo poco que queda del priismo hidalguense. El trato rudo y soberbio de la oriunda de Tepehuacán de Guerrero fue adoptado por el joven e inexperto dirigente, Marco Antonio Mendoza Bustamante, y eso se ha venido reflejando en el trabajo que se realiza en el partido.

En el edificio que hoy, en una enorme manta, presume a su candidata panista Xóchitl Gálvez, no hay multitudinario desfile de aspirantes ni se congregan grupos de militantes para realizar mítines o manifestaciones de apoyo. Eso es cosa del pasado. En su página de internet se presume que ahí quedó lo mejor del PRI: “Aquí nos quedamos los leales”, “No me rajo”, “Lealtad con lealtad se paga”, “Fuertes y unidos”.

Hoy, los convencidos y los leales del PRI están representados fundamentalmente por un segmento de personas de la tercera edad. La mayoría presume haber heredado de sus padres o abuelos la ideología priista y otros, los menos, vivieron por años, junto con sus familiares, del presupuesto público. Una parte de ellos presume lealtad al priismo, pero no esconden, para nada, su trabajo en favor de otros partidos.

En estos tiempos de Carolina Viggiano y del pequeño Marco Mendoza, pocos están interesados en ir como abanderados del PRI. El presagio para ese partido es innegable, por lo que sus integrantes hicieron y por lo que dejaron de hacer.


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