Varios historiadores y analistas han criticado el hecho de que la Revolución mexicana no entra en la categoría de “revolución política” porque no existió un cambio en la estructura gubernamental de Estado, como sucedió en la Revolución francesa o en la Revolución rusa; la crítica más ácida al respecto es que se trató de una revolución burguesa para preservar su dominio bajo un nuevo rostro.
El partido tricolor, a lo largo de su evolución (PNR/PRM/PRI), mantuvo la retórica de que los sucesivos gobiernos emanados de sus filas se encontraban “cumpliendo los postulados de la Revolución” y que a todos los mexicanos, tarde o temprano, les haría justicia, es decir, todas las reivindicaciones en sus diferentes dimensiones sociales se harían realidad.
Sin embargo, los gobiernos priistas fueron degradando los “santos ideales” y crearon una clase política que no sólo se alejó de la añeja retórica de que “la revolución te hará justicia”, sino que su omnipotencia se enquistó en el poder y se reconocía a sí misma como la “familia revolucionaria”.
En los hechos, la denominación de “Partido Revolucionario Institucional” ya marcaba un desencuentro y despropósito político, porque jamás las revoluciones han sido institucionales, al contrario, han ido contra las instituciones que oprimen la evolución de los pueblos, por lo que este partido ya se había decantado por el control político cuya verticalidad haría a un lado a los mexicanos de las reivindicaciones de la Revolución de 1910.
El empirismo político de la realidad social en México ha sido crudamente aleccionador acerca de que los caminos de la clase política priista se escindieron del pueblo y que ese pueblo revolucionado de 1910 quedó en el olvido y sus anhelos de justicia social fueron postergados por una monarquía sexenal que los avasalló y los convirtió en siervos del tricolor.
El PRI y su revolución inconclusa están a punto de extinguirse y con ello también la construcción de una historia fallida que todavía sigue causando dolor social.
Consultoría política y conferencias: [email protected]
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
