Cuando la ética sucumbe, la estética renace. Somos sociedades extraviadas, vivimos en el laberinto de la soledad, el cual se encuentra en nuestras entrañas, donde la realidad y la podredumbre de nuestros actos se encierra, donde la ausencia de la conciencia para transformar el mundo ha perdido la virtud y la calidez de pelear por lo que es justo, aquello que nada tiene que ver con el candado de la legalidad que nos volvió esclavos en nombre de la libertad y la democracia.
No nos desafía ni nuestra inteligencia, porque la hemos enclaustrado y confundido al venderla al mundo superfluo de ese progreso absurdo que planteó el maquinismo, que ahora tiene cara de tecnología de la imagen, aquella que creemos omnipotente, que preferimos en un teléfono móvil, que sustituye al agua, al aire y a los árboles, elementos de la savia de nuestras vidas.
Hoy se les confiere valor a los objetos y no a los seres vivos, paradoja en donde nosotros hemos cosificado la vida y nuestras vidas. Ya no amamos el atardecer, preferimos las luces artificiales de un antro; ya no queremos la frescura del agua, Coca-Cola la vulnera y la gasifica para que nuestras flatulencias ocupen el estruendo de intestinos que mueren y se oxidan ante la diabetes y el cáncer; no disfrutamos del aire que limpia nuestros pulmones, a cambio los inundamos con el humo del cigarro que Philip Morris nos envía con el mensaje del cáncer de la muerte; no caminamos, porque el automóvil es sinónimo de progreso y el poder frente a los que dan pasos por el camino cierto de la vida ensuciando el aire, tan preciado para amanecer al nuevo día.
Preferimos el trono de hierro, el Estado que creamos para ser dominados, no para la libertad sino para alienar el aire, los árboles y el agua, que hoy se nos venden como si se pudiera vender la respiración de nuestros pulmones o el latir de nuestro corazón, que hace correr los ríos de sangre que nos permiten vivir.
¿Les preocupa la libertad y la democracia? No lo creo, porque si fuera así, no se doblegarían ante el trono de hierro.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
