La ingenuidad de la humanidad

Diciembre llegó como nunca antes en la modernidad para atacar la ingenuidad de una humanidad devastada por la pandemia, la muerte y la violencia, sin que esto le haya quitado la venda de los ojos a un tejido social que se asume, al menos en este tiempo, en la bondad, generosidad y solidaridad.

Este 28 de diciembre, conocido como “Día de los Santos Inocentes”, llega con una ironía inaudita ante una humanidad que no ha podido reestructurar la opresión de la clase política y sus gobiernos que, en la mayor parte de los casos -salvo raras excepciones-, se encumbra en un festín orgiástico de represión hacia sus pueblos, creando una desolación que controla por el estómago y por la muerte con su dosis de violencia de Estado.

Ante la desolación de la muerte que se enfrenta de manera desigual en la pandemia, como también se ha enfrentado en lo cotidiano históricamente, los sujetos sociales no atinan a organizarse para exigir de sus gobiernos un nuevo Contrato Social donde las oportunidades y la dignidad humana sea para todos, no para los grupúsculos que ya conocemos y que están en sus casas disfrutando de sus privilegios producto del Estado que controlan.

Por ende, cuando escuchamos estupideces como que “la pandemia sacará lo mejor de nosotros mismos”, cabe pensar en la ingenuidad o pendejería de la humanidad, o ilusos que no se percatan que lo que viene es una realidad más cruenta donde se nos hará olvidar este momento gris y amargo donde la clase política se ha lavado las manos con su responsabilidad social; por el contrario, la pandemia “se ha llevado lo mejor de nosotros mismos”.

Es increíble que, en este frenesí del extravío mental, sigamos escuchando frases como “feliz Navidad”, “que tengas un lindo día”, “que sigas con salud”; cuando la realidad es tan brutal y violenta que ni cerrando los ojos y la conciencia podemos olvidar la estela de muerte y podredumbre social que nos ha dejado el apetito insano de las élites del poder, mientras millones de personas mueren por la pandemia, y de hambre y desolación.

Por ello, hoy que es 28 de diciembre, la ironía más grande es asumir que los “Santos Inocentes” somos los pueblos que seguimos con la venda en los ojos y la conciencia, permitiendo las tropelías de estos gobiernos infames que garantizan el privilegio de las élites del poder mientras sus pueblos asemejan a espectros humanos.

 

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.