La validación política y los secretos en Morena

“Las debilidades políticas que experimenta Morena Hidalgo obstruyen la contundencia de la operación política a nivel municipal, lo cual es preocupante porque el municipio es la célula más básica e importante del poder del Estado”.

La funcionalidad de la democracia es directamente proporcional a un sistema político de partidos fuertes.

 

La crisis de la democracia en México tuvo su génesis en el control antidemocrático del partido hegemónico, el PRI, y para disfrazar la verticalidad del poder político se auspició la creación de partidos minoritarios y encadenados al presupuesto público, ocasionando un vacío social frente a gobiernos que le dieron la espalda a la nación.

 

El tortuoso ascenso de la alternancia política en Hidalgo es la radiografía de un país convulso y aquejado por la redefinición de sus estructuras políticas, lo cual explica la necesidad de hacer de Morena una fuerza política y social de vanguardia gubernamental, condición que dio origen a las rutas de la transformación, pero en caminos disociados: mientras Morena sucumbía a la anarquía de cuadros, el gobernador Julio Menchaca Salazar construía legitimidad de gobierno.

 

La ruptura entre partido y gobierno sucede en el peor momento posible, creando una narrativa contradictoria que no salva la inercia del capital político y arrastre social de López Obrador, realidad política que marcó diferentes mensajes y señales a la cúpula del partido que encabeza Marco Rico Mercado.

 

En este trazo de descomposición guinda en Hidalgo, la izquierda libertaria de López Obrador se opaca. La obstrucción proviene de Morena Hidalgo, que no encuentra una lógica de conducción política y social y se desgasta en luchas internas sin que se imponga la disciplina necesaria para lograr la comunión que exige un proceso electoral, donde no sólo se está jugando la continuidad política del proyecto de transformación nacional, sino la consolidación de la hegemonía política de este partido.

 

¡A gobierno fuerte, partido fuerte!

 

Las debilidades políticas que experimenta Morena Hidalgo obstruyen la contundencia de la operación política a nivel municipal, lo cual es preocupante porque el municipio es la célula más básica e importante del poder del Estado debido a la proximidad con la ciudadanía. Esto es claro y no puede ser pasado por alto.

 

¡Sin lucidez partidista no hay conducción social!

 

La transformación política de la alternancia en Hidalgo no es asunto menor. Hidalgo ha creado de manera inercial un cordón político con el Estado de México y el gobierno de López Obrador en un trazo geopolítico de poder inédito del que jamás gozaron los gobiernos de Hidalgo. Este hecho no es aleatorio, responde a una lógica de control centralista del poder político que crea anillos concéntricos de acción política.

 

Morena Hidalgo debe ser un partido programático que permita su expansión y control político para que la operación municipal sea el reflejo guinda de la conducción social y, con ello, asegurar que las rutas de la transformación generen un sentimiento de unidad política en Hidalgo.

 

Menchaca Salazar no puede dar palos de ciego frente al creciente aislacionismo de su partido, sería un despropósito e incongruencia de la validación política de su proyecto gubernamental.


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