Los jinetes del apocalipsis

Cuando Carlo María Martini le respondió a Umberto Eco sobre lo que implicaba el “apocalipsis”, señaló que no se traba del fin de los tiempos, pero que la humanidad estaba haciendo todo lo posible para que llegara.

Hoy, que la mierda nos llega al cuello, los jinetes del apocalipsis pueden ser percibidos en la desolación que experimenta la humanidad y su fragilidad líquida, que parece acelerar el fin de los tiempos ante la inconsciencia social.

Sin duda, los siete jinetes del apocalipsis hoy pueden ser descritos como:

 

El Estado y la política

Nada tan desconcertante como pensar en la moralidad política del Estado; esto es como asumir que el doble discurso es la piel de la clase política, donde la demagogia, el gatopardismo y la corrupción hablan de combatir la pobreza y la desigualdad, mientras la clase política aborda sus aviones de lujo y viven el un penthouse, mirando desde las alturas la miseria humana y su desolación.

 

El mercado y su prostitución

En nuestro sistema capitalista prácticamente todo puede ser comprado y vendido, lo mismo una córnea o un riñón, que la virginidad y la consciencia. Y es que el mercado nos enseñó que los escrúpulos de las personas suelen llegar hasta que el hambre se apodera de su ser, pero también a la inversa: los grandes potentados depredan todo sin tener hambre, sin sentir en su carne la miseria humana.

 

La opresión civilizatoria

Las grandes potencias nos impusieron su estilo de vida, nos dijeron que consumir era más importante que amar, y lo mismo lo disfrazaron de 14 de febrero que de 10 de mayo; nos impusieron los estudios profesionales para que su cadena productiva jamás pare; nos impusieron la guerra para colocar sus botas en nuestras banderas, todo con la complacencia de la mayoría de nuestros pueblos, que toman Coca-Cola que fluye en sus estómagos creando osteoporosis y degradando los intestinos.

 

La sociedad teledirigida

Nos hemos empobrecido cognitivamente ante la opinión informativa, que ha suplido a la inteligencia y a la consciencia, que hoy nos insulta desde nuestros teléfonos móviles, donde nos comportamos como simios, pero sin su gracia. Sí: somos los desgraciados y esclavos de la cultura del Twitter, Facebook y casi cualquier mierda virtual; ya no leemos libros, no escribimos poemas, no estudiamos.

 

El final del ecosistema

Los apetitos del mercado y su consumo en masa han depredado el ecosistema al grado que nuestra madre tierra agoniza. Somos insensibles a lo pestilente, somos mierda que come mierda, una subespecie que no aprendió nada de las ballenas, las hormigas o las aves; ya no vemos el vuelo del colibrí, lo sustituimos por el vuelo de los videojuegos, por el cigarrillo electrónico y por el plástico.

 

La confusión de la tolerancia

Hemos invertido el paradigma de la tolerancia: hoy cualquier grupo vulnerable vale más que un “no lo es”; nos extraviamos en el camino, confundimos el derecho con la opresión y nos hemos vuelto estúpidos y estúpida a la razón.

 

Lo superfluo como manzana del Edén

Las manos de un trabajador fueron sustituidas por máquinas a carbón, vapor, electricidad, petróleo o energía solar. Se cambió el amor por el consumo; se cambió una flor por un tuit; se cambió la honestidad y el honor por la guerra; se prostituyó la razón por el dinero.

 

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.