La Argentina desde la terapia de shock de Javier Milei abre otra ventana de endeudamiento para darle oxígeno a una economía en crisis que en décadas no ha encontrado la ruta y un pueblo que se ha extraviado entre las dictaduras militares y las democracias incapaces de construir una nación.
En el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, Milei pronunció un discurso alarmista en defensa del capitalismo libre y contra el capitalismo de Estado que experimentan economías que aún no sueltan el asistencialismo como forma de gobernar y que, a su juicio, vuelve dependientes a los sectores económicos contrayendo todo dinamismo de mercado.
Más allá del apasionamiento del “Peluca”, su retórica causa conmoción, sobre todo en los países europeos que viven con ganas de imponer la dictadura anarcocapitalista que pregona Milei en torno a “¡qué viva la libertad, carajo!”, frase que ha desplegado y calado hondo, paradójicamente, en los sectores conservadores no sólo de Argentina, sino también de ese mundo del capitalismo libre, el cual jamás ha existido al margen de un Estado que le garantice poder coactivo para reprimir a la población y justicia de élite, como ha sido la historia del capitalismo.
La defensa del capitalismo que hace Milei tiene sustento en los repetidos gobiernos fallidos de izquierda y derecha, a los que suele acusar de maniatar la libertad de mercado, lo que ha creado las condiciones del fracaso económico a nivel internacional en el “mundo libre”.
La mayor parte de los miopes no entienden que el liberalismo económico se impone con la ferocidad de la represión, que es un mito lo de “la libertad” y que jamás el mercado podrá gozar de esa libertad porque su anarquía es la que promueve las grandes crisis como la de 1929; sin embargo, nadie escucha nada y la voz de Milei en Davos ha causado en los ciegos, sordos y mudos, expectativas de un nuevo mesías de la economía.
Al grito de “¡Occidente está en peligro!”, Milei asegura que el capitalismo de libre empresa es la vía que terminará con la pobreza y el hambre, espejismo que no creen ni en su casa, donde el hambre y la miseria ya han pasado por condiciones de libre empresa sin encontrarle el hilo a la madeja.
Es inverosímil que gobernantes y empresarios le crean al “Peluca”, pero no imposible, porque oradores como Hitler y Mussolini lo lograron, el problema es que ellos llevaron al mundo a una guerra que terminó en desastre atómico.
¡Viva la libertad del carajo!
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
