Mira bien, Gerardo: Hidalgo sí tiene memoria

A propósito de la conmemoración de los cincuenta años de iniciado (y reprimido) el movimiento estudiantil más importante en el país, nos hemos puesto a pensar en la naturaleza de las movilizaciones y organizaciones estudiantiles a lo largo de la historia y, particularmente, la naturaleza del movimiento engendrado en pasadas décadas dentro de la máxima casa de estudios de Hidalgo.

Los movimientos estudiantiles surgen a mediados del siglo XX como una posibilidad para los jóvenes del mundo de expresar su sentir respecto a las causas o asuntos (ya fueran de carácter ambiental, económico o político) que les parecían injustos y que atentaban contra su desarrollo como sujetos.

La historia nacional tiene un episodio emblemático de la movilización estudiantil que resultó en una tragedia que cimbró la estructura social del México contemporáneo y que nos hemos prometido no olvidar nunca: la matanza de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968.

Este episodio nos lleva a cuestionar las acciones del gobierno contra los estudiantes, y al mismo tiempo, nos hace voltear la mirada para cuestionar las causas que mueven a las organizaciones de estudiantes, pues existen movimientos que-nacidos de las instituciones de gran importancia como son las universidades- se dedican a la construcción de capital político y a la búsqueda del beneficio personal.

Tal es el caso del movimiento que en la década de los ochenta encabezó Gerardo Sosa Castelán, hoy líder del Grupo Universidad, y cuya historia y actos de violencia son conocidos por los habitantes del estado que, aunque a veces parezca que no, sí tienen memoria.

Mucho se ha dicho y escrito al respecto de la capacidad del dirigente universitario para movilizar a estudiantes y hacerlos partícipes de sus intereses personales, pero poco se ha reflexionado sobre cómo esto se ha convertido en su forma de vida y en los efectos que tiene en la forma en la que se dan los procesos dentro de la universidad.

Si bien la UAEH ha tenido grandes avances en las últimas décadas, el presidente de su patronato los ha tenido también y asusta pensar en que los movimientos estudiantiles tengan como estandarte causas personales que están muy alejadas de la búsqueda del beneficio de toda una comunidad que, sin duda, merece ser escuchada.