La capital metropolitana de Pachuca vive momentos apremiantes ante el colapso ciudadano producto de una crisis vial que amenaza con crear un desencuentro social de magnitudes insospechadas.
El asesinato en riña de un conductor particular a manos de un taxista en Pachuca debe ser analizado desde la visión de un ecocidio social, que como efecto del colapso del parque vehicular privado y público ha rebasado las lógicas de armonización del tránsito en arterias que no fueron diseñadas para un flujo vehicular de la magnitud que presenta actualmente la ciudad. Esta problemática pone de manifiesto tanto la descomposición que experimenta la precaria planeación urbana como el ecocidio urbano que ha creado un colapso social.
Las raíces de la crisis vial en Pachuca son un efecto de una inexistente planeación urbana, donde primó la anarquía en el manejo del uso de suelo del cual, históricamente, diversas administraciones municipales promovieron al amparo de la impericia y presiones de la expansión territorial, donde la carencia de espacios habitacionales y los apetitos de inmobiliarias crearon variables que terminaron por generar conflictos sociales de diversa índole y magnitud.
En esta atmósfera, el ecocidio social que se vive en Pachuca ahonda la necesidad de construir e implementar leyes claras para el desarrollo urbano que obedezcan a políticas públicas para armonizar una ciudad que ha experimentado una explosión demográfica desmedida en las últimas tres décadas. Los asentamientos irregulares y no irregulares de habitantes, que los mismo se han desplazado de la Ciudad de México como del Estado de México, han creado condiciones intrincadas y amenazantes para el tejido social.
En los últimos días, las inundaciones en diversas zonas de la ciudad son el espejo que refleja las inconsistencias de planeación urbana y las redes de corrupción que existieron entre el uso de suelo y las inmobiliarias que han creado un efecto de descomposición y paulatino aniquilamiento del ecosistema social.
En este escenario, no podemos olvidar que habitamos una ciudad que se deseca a pasos agigantados y que, en 2024, experimentó una crisis hídrica que demarcaba a su vez el estado de Hidalgo. Sin embargo, estas condiciones no han dado paso a un proyecto prospectivo del uso y reciclaje del agua en el cual la sociedad civil y el gobierno puedan trazar acuerdos vitales para garantizar el suministro simétrico para toda la ciudadanía. También en este trazo, la corrupción ha estado presente, ya que la industria de transformación en Hidalgo, nacional e internacional, ha intervenido en el aprovechamiento desmedido de recursos hídricos con carácter social y pocos de estos organismos tienen políticas de reciclaje del agua o aguas tratadas. Capítulo aparte es el escenario de la agricultura.
En esta triple hélice de crisis social donde el ecocidio urbano se encuentra amenazando la estabilidad y armonía social, debe emerger una verdadera presencia gubernamental que atienda, sin contemplaciones la problemática de Hidalgo frente al ecocidio social que experimentamos, donde las variables de corrupción e impunidad no son ni han sido ajenas al desarrollo histórico de diferentes administraciones estatales y municipales.
Impone de esta crisis vial, demográfica e hídrica, que existen variables que no han sido discutidas a profundidad ni investigadas con la conciencia pública necesaria como el cambio climático, la deforestación palpable a todas luces, y la contaminación del agua y ambiental que, en zonas como Tula y Tepeji, merecen una revisión mayor para que la vinculación al saneamiento ecológico, propuesto y emprendido por la presidenta Claudia Sheinbaum, incida como una radiografía en todo Hidalgo.
La triple hélice de ecocidio social en la cual nos encontramos en Hidalgo presenta impactos en la estabilidad del tejido social. La preservación de la biodiversidad, los impactos en la salud, los daños económicos y de oportunidades sociales y, con nitidez, los conflictos sociales que no sólo se centran en la beligerancia urbana, sino, también, en la migración, pobreza y marginación que vive la población, nos encaraman en el ecocidio que vivimos.
