Aunque los alcaldes ganadores de las elecciones reciben todo tipo de capacitaciones, parece que no es suficiente. Casos como el presunto nepotismo de Lorena García en Tulancingo; la fiesta en la oficina de la alcaldesa de Singuilucan, Yazmín Dávila; o las malas prácticas de Carlos César Pérez Escamilla de San Felipe Orizatlán son muestra de que la inexperiencia sale cara.