El circo comenzó. El domingo, en un estadio en el que se reunieron más de 10 mil personas, arrancó la campaña de la iniciativa Va por Hidalgo que, en una exagerada coalición de partidos, pretende hacer contrapeso a la propuesta encabezada por Morena en las próximas elecciones.
Va por Hidalgo consiste en la unión de fuerzas, partidos, ideologías e intereses que caracterizan al transfuguismo de la política mexicana: partidos que solían ser rivales, que entre ellos generaban fluctuaciones de votos siempre ventajosas para los intereses personales de los dirigentes, son ahora partidos hermanos que buscan “la verdadera renovación” en el estado.
PRI, PAN, PRD y PESH son los partidos que hoy encabezan Va por Hidalgo. Las preguntas son muchas, las teorías tal vez son más. La idea de este frente es resistir a la popularidad (y populismo) de Morena y ganarle espacios al partido del presidente. Y lo digo así porque en México los políticos jamás dejan de tener un partido, nunca, los partidos están por encima de todo, incluso de la patria.
Y en los próximos comicios veremos más de lo mismo. Esta simulación de la democracia es cada vez más cansada. Las instituciones son incapaces de garantizar la transparencia en el proceso electoral porque todo el sistema está ensuciado desde las entrañas mismas de esas instituciones y se extiende a otros grupos como los partidos políticos y los grupos de poder que se siguen alimentando de la gran fuente de recursos y poder que es la democracia.
