Con gran tristeza nos enteramos, hace unos días, del fallecimiento de Guillermo Murray, a los 93 años de edad.
El nacido en Colón, Argentina, el 15 de junio de 1927, era uno de los habituales de la Cineteca Nacional, donde iba a ver las muestras internacionales con su esposa. Platicamos con él varias veces de su amor al cine.
Guillermo se inició en el cine mexicano en la década de los 60, con filmes como Verano Violento, de Alfonso Corona Blake, y hasta la hizo de insepulto como el conde Sergio Subotai en El mundo de los vampiros, del mismo director; pero su físico lo convirtió en galán, en cintas como Preciosa, de Juan José Ortega; Andante, de Julio Bracho, o La Venus maldita, de Alfredo B. Crevenna. También fue héroe de filmes fantásticos, como Gigantes planetarios, del mismo Crevenna, y fue el mismísimo San José en Jesús, el niño Dios, de Miguel Zacarías. Lo recordamos como villano en una de nuestras cintas favoritas, Días de combate, de Alfredo Gurrolla.
Menos conocida es la labor de Murray como director. En 1971 estuvo a cargo del segmento Gloria, de Siempre hay una primera vez, con Ana Luisa Peluffo. Ese mismo año hizo Una vez, un hombre, con Enrique Rambal, y finalmente, Para usted, jefa, con el boxeador Carlos Zárate.
Su amor por las letras lo llevó también a escribir novelas como Una ira largamente contenida y El secreto, impulso del amor.
El gran actor Fernando Luján bromeó con él un día en la Cineteca, diciéndole que él había tardado solamente una semana en regresar a ese recinto, a pesar de que lo habían operado del corazón, y Murray se había tardado seis meses en hacerlo, por una operación de rodilla.
Descanse en paz este gran actor, buen amigo y mejor ser humano.
Por: Jorge Carrasco V.
Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.
