Mientras en México el presidente electo continúa organizando su gabinete, la guerra comercial entre Estados Unidos y China continúa. El nuevo gobierno en México se enfrenta a enormes retos que pueden amenazar el cumplimiento de muchas de las promesas hechas por Andrés Manuel López Obrador, entre ellas la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), la vuelta al proteccionismos de Estados Unidos y la inminente guerra comercial entre este país y China.
La posibilidad de una crisis no será porque la mayoría de los ciudadanos, más de 24 millones 127 mil 451 electores (52.96% del total), eligieron al candidato de MORENA, sino porque el entorno internacional de México se ha complicado con la nueva política comercial de Estados Unidos y el deseo de Trump de poner fin al TLCAN. Sin embargo, también cabe la posibilidad de que el magnate inicie una nueva relación con el gobierno mexicano, que se produzca un acercamiento y se refuerce el comercio a partir del TLCAN, lo que sería una novedad.
Aunque los gobiernos de China y Estados Unidos hablan de acercamientos y niegan la existencia de una guerra comercial, la realidad parece ser otra. Beijing y Washington intercambiaron más de 700 mil millones de dólares en compra y venta de productos y servicios en 2017, según cifras del Departamento de Comercio de Estados Unidos; no obstante, los nuevos impuestos que Estados Unidos ha aplicado a las importaciones de China y las que este país ha aplicado en reciprocidad bien podrían producir desviaciones al comercio internacional y reducir esas cantidades del comercio entre ambos países.
El juego de ajedrez entre Washington y Beijing está en marcha. Pekín ha prometido reciprocidad con sus propias medidas de represalia a las acciones que emprenda Estados Unidos para limitar sus exportaciones hacia ese país. En 2017, Estados Unidos importó más de 522.5 mil millones de dólares en productos y servicios de China, contra 185.8 mil millones de dólares de China.
De los 522.5 mil millones importados por Estados Unidos, los teléfonos inteligentes fueron el rubro que tuvo mayor peso, las cuales representaron 70.39 mil millones de dólares; mientras que el segundo producto más importante de fueron las computadoras con 45.52 mil millones de dólares; luego las computadoras con 33.48 mil millones de dólares, los accesorios de computadoras con 31.61 mil millones, lo cual indica que la tecnología es el mayor componente de las exportaciones chinas a Estados Unidos hoy.
China está importando aviones comerciales, los que representan 16.270 millones de dólares; más las importaciones de soja con 12.36 mil millones de dólares, la maquinaria industrial con 10.81 mil millones de dólares, automóviles por 10.53 mil millones de dólares y productos químicos por 6.12 mil millones. Aunque parezca irreal, hay una división del trabajo entre estos dos grandes trabajos y una especialización en la producción de productos de alta tecnología, indicando que el sector tecnológico estadounidense se ha reubicado sustancialmente en China.
Visto a través de esos números, China parece ser el perdedor de esta guerra comercial. China exporta muchos más productos a Estados Unidos que los que importa y no es evidente que pueda encontrar mercados sustitutos para sus productos, por lo que una reconversión industrial podría ser un dolor de cabeza si la confrontación con los estadounidenses se agudiza.
En una eventual guerra comercial, China y Rusia podrían encabezar el bloque contra Estados Unidos. Afectada por las sanciones a su economía por la anexión de Crimea, Rusia podría tener en China un aliado para hacer frente a las sanciones impuestas, pero también México podría tener en Rusia y China los mejores aliados para enfrentar la política comercial de Estados Unidos hacia nuestro país y el fin del TLCAN; algo que el nuevo gobierno debería utilizar para negociar con Estados Unidos en posición de iguales.
Por: José Luis Ortiz Santillán
Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.
