Ciudad Juárez: ¿el inicio de la pacificación?

En la fronteriza Ciudad Juárez arrancó su campaña, y ahora investido como presidente cuasi-electo, Andrés Manuel regresa con una motivación distinta: encabezar los foros hacia la pacificación del país, una misión nada sencilla en una región azotada por la violencia, el narco y la guerra en las calles por el control de la plaza entre grupos.

Recordemos que en 2010 Felipe Calderón prometió “escuchar a los juarenses”, y acompañado de Margarita Zavala, su esposa, se comprometió con los familiares de las víctimas de su sangrienta guerra contra el crimen organizado a restaurar el tejido social. Cumplió a medias. Se generaron acciones temporales que hicieron creer a los fronterizos que todo mejoraría. Sin embargo, el sexenio de Peña Nieto no dio continuidad a un plan rector y tras sistemáticos fracasos en Tamaulipas, Sinaloa, Guerrero, por decir los menos, el pacto signado con Ciudad Juárez se olvidó.

Así, en este tiempo la constante en la mayor parte de la geografía nacional, la capital incluida, es la reaparición de los brotes de ingobernabilidad, de Estado fallido y barbarie. Nuevamente las calles se tiñen de sangre y los cárteles parecen ser los amos que controlan las ciudades y las regiones completas. De esta manera, sin falsas promesas, pero con la atención puesta en reorientar las acciones que permitan la pacificación de todo el país, el presidente que será electo el miércoles, hoy martes se dedicará a escuchar, a entender las dimensiones de este permanente estado de caos e intranquilidad que prevalece en todo el país.

Si el resultado de estas pláticas diagnósticas son fructíferas, Andrés Manuel López Obrador estará obligado, a partir del 1 de diciembre, a implementar un plan de acción que al costo que sea recobre la paz en este país que parece más acostumbrado a la tragedia que a los tiempos de paz.

Este lunes en el Palacio de Minería afirmó que México se convertirá en una potencia económica que no se someterá al yugo estadunidense, ni a ninguna otra nación intervencionista, lo cual supone una confianza en que se alcanzarán las metas económicas durante el sexenio; sin embargo, ningún desafío es más grande para el gobernante que la pacificación. Confiamos que los juarenses serán testigos de una manera distinta de planear la estrategia de seguridad pública, pero si ésta no es capaz de concretarse, ninguna promesa de prosperidad tendrá sentido.

En los límites donde termina el país se puede producir un diálogo esperanzador en el que todos los sectores y actores de la sociedad civil expresen su disposición a colaborar en una nueva ruta de convivencia social. La figura del nuevo presidente puede ser decisiva en esa transición hacia un nuevo sitio que, sin demagogia, tendrá que ser mejor que el actual. En la agenda, la prioridad es la seguridad nacional, sin ésta la promesa de ser una potencia jamás podrá cristalizarse.

Por: Mario Ortiz Murillo

Maestro en Estudios Regionales, realizó estudios de Marketing político y gubernamental. Académico, periodista y sociólogo urbano; amante de los mejores y peores lugares de la Ciudad de México, a la que pensó que le venía mejor rebautizarla como Estado de Anáhuac que CDMX. Desertor de la burocracia convencido de la poderosa energía de la sociedad civil y marxista especializado en la corriente Groucho (Marx). De profundas raíces fronterizas chihuahuenses, se siente más juarense que Juan Gabriel, aunque ninguno de los dos haya nacido en la otrora Paso del Norte. A punto de doctorarse, le ha faltado tiempo (y motivación) para lograr el grado. Observador de la política nacional e internacional que siempre le resulta un espectáculo más divertido que la más sangrienta de las luchas de la Arena Coliseo. Entre los personajes que más ha respetado en la política se encuentran Heberto Castillo, Arnoldo Martínez Verdugo, Valentín Campa, Carlos Castillo Peraza, Luis H. Álvarez, Olof Palme, Willy Brandt y Fidel Castro. Todavía sueña que en este país la izquierda merece una oportunidad para llegar a la Presidencia de la República; espera verlo antes de morir.






EL ABISMO - Mario Ortiz Murillo

Maestro en Estudios Regionales, realizó estudios de Marketing político y gubernamental. Académico, periodista y sociólogo urbano; amante de los mejores y peores lugares de la Ciudad de México, a la que pensó que le venía mejor rebautizarla como Estado de Anáhuac que CDMX. Desertor de la burocracia convencido de la poderosa energía de la sociedad civil y marxista especializado en la corriente Groucho (Marx). De profundas raíces fronterizas chihuahuenses, se siente más juarense que Juan Gabriel, aunque ninguno de los dos haya nacido en la otrora Paso del Norte. A punto de doctorarse, le ha faltado tiempo (y motivación) para lograr el grado. Observador de la política nacional e internacional que siempre le resulta un espectáculo más divertido que la más sangrienta de las luchas de la Arena Coliseo. Entre los personajes que más ha respetado en la política se encuentran Heberto Castillo, Arnoldo Martínez Verdugo, Valentín Campa, Carlos Castillo Peraza, Luis H. Álvarez, Olof Palme, Willy Brandt y Fidel Castro. Todavía sueña que en este país la izquierda merece una oportunidad para llegar a la Presidencia de la República; espera verlo antes de morir.