La mayor parte de América Latina repudia la conquista española porque los pueblos originarios cayeron en el mayor de los genocidios de los que se tenga memoria, ya sea por el asesinato de los indígenas, por su esclavitud, por su explotación y por el sometimiento de sus signos culturales y religiosos, en una historia inenarrable.
Durante muchos años los sectores conservadores y de la Iglesia católica alabaron y magnificaron la conquista española, argumentando que había traído la civilización, la religión y la cultura, planteamiento atroz que hoy ha sido ampliamente desechado y que hasta los indígenas impugna.
También las interpretaciones de la conquista cambiaron: se habla del encuentro de dos mundos, de un proceso de reciprocidades, e inclusive, de bárbaros y criminales que sólo causaron muerte, explotación y odio, impidiendo que los pueblos indígenas pudieran construir su propio porvenir; se ha terminado la interpretación donde el conquistador le hizo un favor al indígena al someterlo y violar su vida; ha llegado el final de la idealización de los imperios europeos.
En Los Ángeles, California, se ha retirado una estatua de una Plaza Grand Park de Cristóbal Colon, en un acto de “justicia reparadora”, donde el activismo ciudadano de latinos y anglosajones ha dado paso al destierro de la memoria halagüeña sobre la conquista y el llamado descubrimiento de América.
En un afán no destructivo es casi imposible sustraerse a la serie de críticas del nuevo mundo sobre los imperios europeos, donde ahora la interpretación y el análisis caen en sinsabores e impugnaciones ante lo que queda de los pueblos originarios y de las culturas prehispánicas, cosa que inclusive está siendo utilizada para señalar que los males que hoy viven los estados independientes de Latinoamérica, en gran medida se debe al predominio imperial español, como señala la Teoría de la dependencia.
Sin embargo, si ya quitaron la estatua de Colón en Los Ángeles, ¿qué impide que quitemos la que está en la Ciudad de México en Paseo de la Reforma?, desde luego nada, pero, ¿por qué no hacemos una consulta al estilo aeropuerto para ver a quién ponemos en lugar de la estatua de Colón? Yo sugiero una estatua de Pedro Infante.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
