Los partidos populistas no desaparecen, evolucionan; tal es el caso del partido peronista en Argentina, del partido Democracia Cristiana en Chile y lo mismo sucede con el Partido Revolucionario Institucional.
Advierto para el lector, primero: el populismo es una de tantas doctrinas políticas del capitalismo insertadas para guiarlo, la cual tuvo auge lo mismo en Europa que en América Latina; su retórica es tan ambigua que vulgarmente se piensa que es de inspiración socialista o de izquierda, pero en realidad fue una respuesta del capitalismo para restaurarse sin recurrir a la “violencia” del vector fascista del capitalismo, como sucedió en Italia o Alemania.
Los partidos populistas utilizan el discurso nacionalista para no caer en los discursos de clase, pero son ambiguos y pretenden una alianza entre desiguales, es decir, grupos antagónicos de clase y sus representantes. Pensemos en una alianza obreros-empresarios o campesinos-terratenientes, algo antitético por intereses y usos de los instrumentos de Estado.
Sin embargo, ¿qué sexenio en México se caracterizó por este tipo de alianzas?: el cardenismo; ¿qué partido político abanderaba el cardenismo?: el PNR-PRM-PRI.
El populismo pretende restaurar para la burguesía el control de los sectores de trabajadores industriales y del campo, por lo que usa al Estado y despliega una retórica nacionalista para crear una “alianza de desiguales”, evitando y controlando el enfrentamiento. Eso hizo Lázaro Cárdenas, que cuando nacionalizó la industria petrolera lo hizo en nombre de los mexicanos, no de una clase industrial que se favorecería ampliamente del control del petróleo; en este caso la idea era clara: si decimos que el petróleo se nacionalizó para México y los mexicanos no hay confusión, se hizo para mexicanos ricos y pobres, por lo que tutti contenti.
Desde que el PRI nació como PRN integró a las corporaciones de obreros, campesinos y sectores populares, pero jamás se enfrentó a los empresarios, mantuvo acuerdos con ellos y los prohijó; sin embargo, les enseñó que no había que matar a la gallina de los huevos de oro (obreros y campesinos), por lo que creó desde el gobierno un panorama ilusorio de conquista social, donde los sindicatos y las reivindicaciones del trabajo “crecieron”, al grado que parecía que los gobiernos priistas eran revolucionarios y del pueblo.
Pero como todo partido populista, el PRI desarrolló una cúpula de élite del poder que enquistó sus cuadros y perdió el piso, por lo cual las estrategias lógicas de control social se diluyeron, e inclusive desprotegió a la burguesía nativa, acto peligroso que en nuestros días le ha costado casi todo.
Los dinosaurios no se extinguieron, evolucionaron; ahora sólo falta apreciar hacia dónde irá la evolución del PRI, porque les juro que, por el resguardo y juego de intereses, no se va a extinguir.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
