El filósofo francés, Pierre Dardot, se ha pronunciado sobre que “es tiempo de cambiar la forma de hacer política”. Se refiere a que la clase política y sus estructuras se han anquilosado y no responden a este momento histórico, donde la cultura y conciencia política de la ciudadanía tiene que atender a los vacíos ideológicos y cognitivos que presenta la política de escritorio, que ha generado esa clase política vetusta y anquilosada.
En este escenario, el desencuentro protagonizado por la candidata al Senado, Carolina Viggiano, con el Consejo Coordinador Empresarial -figura en México de máxima representación de este sector-, ha creado tensión política en Hidalgo entre la alianza opositora y el gremio empresarial, que se dio a la tarea de realizar la parametría de intención de voto y aprobación política, en la cual, la alianza opositora, de la que es partícipe Viggiano Austria, queda a la zaga en la carrera electoral.
Viggiano Austria fue contundente al señalar: “(…) el Consejo Coordinador no tiene autoridad moral para realizar encuestas… no es su función”. Sus palabras se centraron en una crítica al “entreguismo político gubernamental del CCE”.
Entre claroscuros, las declaraciones de Viggiano Austria causaron una virulenta reacción de la cúpula del CCE, que en respuesta indicó que “(…) la campaña de Carolina es de odio y mentiras”, exigiendo una disculpa pública, que, desde luego, no habrá de llegar, porque Viggiano Austria tiene todo el derecho de presentar una postura bajo sus argumentos en un proceso democrático, así como al CCE, le asiste el derecho de utilizar la parametría para realizar sondeos de opinión electoral.
Las fibras sensibles del anquilosado pragmatismo político, como señala el filósofo francés Dardot, no encarna en esta era de convulsión política internacional, una forma de hacer política que conduzca a mejores diálogos e ilustre cognitivamente avances en la materia. En Hidalgo, las pruebas saltan a la vista de la ciudadanía.
Es evidente que la discusión entre Carolina Viggiano y la cúpula del CCE no habrá de implicar un cambio en la forma de hacer política en Hidalgo y, mucho menos, en la nación. En todo caso, este es un sainete público que ni siquiera ha calentado el proceso electoral, al grado que no es una realidad que pueda causar conmoción, ni en la clase política y, mucho menos, en el sector empresarial; donde más de algún empresario debe estar diciendo: “Carolina tiene razón, no es la función del CCE hacer encuestas de opinión, por lo que zapatero a tus zapatos”.
El cuestionamiento de Viggiano Austria es que el CCE tiene intereses de fondo en esta elección que denomina “gobiernistas” y el cuestionamiento del CCE a Viggiano Austria es que sigue siendo parte del antiguo régimen, con todas las implicaciones del evento.
Empero, el análisis crítico de este desencuentro entre Viggiano Austria y el CCE no oscila en el “zafarrancho” que protagonizaron, sino en la pobreza del diálogo público que la política precarizada lleva a efecto en este proceso electoral y, del cual, no puede sacudirse, porque se quedó en la edad de piedra, donde los trogloditas, sensibles, usan todavía la “Ley del garrote”, que, por cierto, no es ninguna ley.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
