POR FIN. Último debate rumbo al 1 de julio: nada nuevo bajo el sol

Redacción

El formato del tercer y último debate de los candidatos a la Presidencia fue modificado para permitir que permanecieran sentados mientras respondían las preguntas, lo cual fue un gran acierto, ya que seguramente también para ellos resultó aburrido y tedioso como para todavía estar de pie.

Los moderadores fueron Carlos Puig, Gabriela Warkentin y Leonardo Curzio, mejores que los seleccionados para el segundo debate, y estamos obligados a decir que Leonardo Curzio ha destacado por sus opiniones en diversos foros. En este entendido, si se tratara del estado de Hidalgo muy probablemente los políticos habrían estado encima de los conductores preguntando quién les mandó las preguntas, lo que sirve como ejemplo del largo camino que la entidad debe recorrer para tener periodismo y opiniones fiables.

La noche de ayer no hubo sorpresas, los aspirantes a la Presidencia se mantuvieron dentro de sus posiciones y rayando en la falta de debate, a ratos daba la impresión de que se trataba más de una entrevista, lo que sería atribuible al formato propuesto por el INE.

ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR

El tabasqueño se limitó a responder que acabará con la corrupción, sin explicaciones ni propuestas; lució excesivamente bronceado y también parece que se sometió a métodos estéticos para mejorar su imagen, tal vez para combatir la idea de vejez o enfermedad que tanto le han achacado sus contrincantes.

El candidato tuvo un aire distinto sobre sus adversarios, en varios momentos burlón, lo que le ha dado una ventaja considerable al evadir cuestionamientos con chistes, pero también le ha ganado el mote de bufón; mostró un especial interés en ridiculizar al candidato priista, a quien veía con sobrada confianza y hasta altanería cuando era su turno para hablar.

López Obrador un adoptar la misma posición intimidante o retadora con Ricardo Anaya, pero después de los dichos del panista se endureció su semblante y hasta evadió el contacto visual, observaciones importantes en alguien que fue diagnosticado por psicólogos con un perfil visceral y megalómano –cabe resaltar que dicha descripción difundida desde un par de años era muy parecida a la de Joaquín “El Chapo” Guzmán-.

En el terreno de las propuestas no logró hilar una sola, más bien su discurso estuvo lleno de traspiés y rodeos, de pronto daba la impresión de que hablar poco o no decir nada fuese parte de una estrategia mediática que lo llevara a mantener su ventaja.

AMLO fue señalado por corrupción durante el último cargo que ejerció, fue cuestionado por moderadores y contrincantes, a quienes no contestó, sobre todo respecto a algún vínculo con Elba Esther Gordillo.

Parece que el argumento que más aceptación le ha dado es la propuesta de cancelar la reforma educativa, pues le ha llevado a restar el voto del gremio magisterial pero también a darle el mayor golpe a la campaña de José Antonio Meade, pues Aurelio Nuño es su coordinador de campaña y “titular” de dicha reforma.

JOSÉ ANTONIO MEADE KURIBREÑA

El candidato priista tuvo el montaje de una escena perfecta para sobresalir de entre sus contrincantes y hasta dejarlos detrás por completo, pero no logró generar un solo gancho; fue el colmo cuando le llegó la oportunidad de señalar a Ricardo Anaya por la denuncia que se interpuso en su contra y no logró causar el menor furor, incluso estuvo a punto de pasar desapercibida su participación.

Tras la salida de Margarita Zavala, fue José Antonio Meade quien tomó el lugar más gris de la noche, pues tampoco logró tener una defensa clara sobre sus posturas. Vale la pena retomar el momento en que intentó culpar a López de una participación en el caso Odebretch y salir expiado.

El grave problema de José Antonio Meade no son las propuestas (debemos decir que es el aspirante que tiene mayor estructuración y dominio de temas para explicar cómo trabajará en ellas), sino su falta de vitalidad, al grado de pasar desapercibido o dar la impresión de que se siente incómodo.

Meade Kuribreña tiene todas las ventajas para posicionarse, pues en los debates muestra sobrada capacidad para ejercer el cargo de presidente, su imagen es la más limpia de los cuatro aspirantes y en el chairo decir cuenta con todo el apoyo del sistema, pero simplemente no logra destacar, ¿qué le falta?

Cabe resaltar que estas últimas semanas, Meade adquirió fama en la entidad por un supuesto romance con una diputada federal, que según se cuenta llegó al divorcio por el candidato, especulación que lo golpea brutalmente porque da la impresión de que no tiene una buena realción con su esposa, Juana Cuevas, quien ha demostrado ser su mayor activo en campaña.

JAIME RODRÍGUEZ CALDERÓN “EL BRONCO”

El gobernador con licencia de Nuevo León no ha logrado despegar lo suficiente para tornarse competitivo, lo cual causa extrañeza en el país que se volcó hacia Vicente Fox como esperanza para la alternancia.

“El Bronco” ha generado tantas críticas como palabras han salido de su boca porque no puede ocultar su falta de preparación y conocimiento en decenas de temas –diferencia abismal con José Antonio Meade-, sobre todo en el ámbito de la equidad de género, pues no ha perdido ocasión para referirse a las mujeres de forma grotesca, y este debate no fue la excepción.

Sin embargo, cabe resaltar una línea de su discurso que no sólo es interesante sino urgente de entender: frenar las políticas asistencialistas. Por supuesto que es un tema que se debe tocar con todo el rigor del lenguaje incluyente, pero también es cierto que el dicho vulgar de que “el asistencialismo sólo hace flojos” tiene un trasfondo bastante interesante, al proponer que se implementen políticas públicas que permitan a la población trabajar y no depender del gobierno.

No se trata de erradicar apoyos a los sectores que lo necesitan, pero sí tiene toda la razón al decir que los “ninis” no necesitan un cheque de gobierno sino una oportunidad laboral y que el asistencialismo es uno de los grandes problemas de México.

Rodríguez Calderón, de entre todos sus dichos absurdos, tiene una razón que valdría la pena retomar en diferentes foros: México no necesita “mantener” sectores de la población, sino generar las condiciones que les permitan trabajar y elegir la forma de vida que deseen llevar.

RICARDO ANAYA CORTÉS

El panista ha sido el más golpeado durante la semana porque parece el mayor adversario de AMLO, pues no ha dejado de crecer en la intención del voto, y pese a los recientes golpes no mermado su aceptación lo suficiente como para salir del segundo lugar rumbo a las elecciones.

Parece que el joven candidato ha logrado catapultarse como el gran rival de AMLO, pues debe mantener la distancia de él y Meade debe acercarse. Esto daría un poco de claridad sobre quién podría ser el gran ganador de la contienda presidencial.

Anaya Cortés se mantuvo con un semblante de enojo la mayor parte del debate, pero fue el factor que le daba dirección, pues sus ataques a López Obrador causaron un desajuste en el candidato puntero, además de dejarlo sin palabras cuando lo cuestionó directa e incisivamente. Por otro lado, el tema de llevar a los tribunales al presidente de la República sin duda le genera aceptación.

Su participación podría ser juzgada como buena por su arrojo y puntualidad al tocar temas como la supuesta corrupción de López Obrador al beneficiar a ciertos contratistas con la obra capitalina, la manipulación de datos o el discurso sin sentido, pero no logró aclarar los señalamientos que pesan en su contra.

Ricardo Anaya pudo hacer de este debate el foro perfecto para alcanzar a AMLO en las encuestas, pero no lo logró y al contrario, podría perder ese crecimiento que había mantenido.

La acusación de “un acuerdo con Peña” fue tema central de los participantes por ser un factor decisivo para perder votos y descender en las encuestas, lo cual suena más mediático que otra cosa, pero impera la duda sobre si se trata de un acuerdo entre López y Peña para pactar impunidad al actual presidente de la República, o entre Anaya y Peña para darle el triunfo a Meade.

Este tema seguramente seguirá causando revuelo, pues en México existe un marcado fanatismo por las teorías conspiratorias y este proceso electoral tiene todos los matices telenoveleros.