Gerardo Sosa, el viejo lobo de mar

Redacción.

Gerardo Sosa Castelán, presidente del Patronato de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), renunció al que por décadas fuera su partido, el Revolucionario Institucional. Y para evitar especulaciones, este jueves ofreció una conferencia de prensa donde se congregaron muchos representantes de los medios.

Un espacio del Centro de Extensión Universitaria (Ceuni) fue dispuesto para dar un desayuno donde Sosa informaría algo importante. Cerca de las 10 de la mañana hace su entrada y todos dejan café o pan y se enfocan en él, pues ocupa el lugar central.

Gerardo Sosa inicia diciendo que la reunión es para dejar clara su postura ante la carta recientemente dada a conocer, en la que renuncia al partido que lo acogió por años, ya de manera incómoda durante el tiempo más reciente. Sí, el documento es real, dice, hecho en pleno uso de sus derechos políticos. Luego afirma que nadie lo corrió, nadie lo expulsó. Agrega que no renunció para afiliarse a algún partido ni para postularse a algún cargo de elección popular. Manifiesta que, en cambio, ahora tiene toda la libertad de apoyar a quien considere mejor, sin tener que recibir una sanción o ser expulsado. Es libre, asegura, y con esa libertad dedicará todo su esfuerzo a “defender la autonomía universitaria” desde la presidencia del Patronato, en referencia al proceso que consideran imposición de un Órgano Interno de Control para la UAEH.

Está calmado y es reiterativo en su postura: primero la educación universitaria, antes que cualquier candidatura.

Ahora vienen las regentas de los medios, que en su impaciencia toman la palabra desordenadamente. Sosa Castelán los llama a la calma y les promete que contestará cada una de las preguntas. No tiene prisa.

Lo cuestionan sobre su opinión de AMLO, pero se limita a decir que son tiempos de veda electoral y que no puede responder eso. Le preguntan si tiene secuestrada a la UAEH, y él se limita a decir que no ve las cuerdas por ningún lado, y que en todo caso el secuestro es para bien, porque se han entregado resultados visibles que favorecen a la educación.

Otro reportero le pregunta su opinión sobre los dichos del presidente estatal del PRI, Leoncio Pineda, acerca de que Sosa Castelán es un simulador, que dice ser priista sin serlo. El universitario se pone de pie y pregunta a los presentes: “¿Es más gordito que yo o más delgado?, ¿más alto o más bajito? Quiero decirles que no es de mi estatura contestarle al presidente del PRI”. Los presentes ríen.

Alguien le pregunta sobre los motivos de su renuncia. Sosa responde que su principal razón es la de tener libertad para decidir a quién apoyar cuando lo considere pertinente: “Hoy puedo moverme sin ningún problema porque no tengo partido”. Luego dice que no tiene nada contra el tricolor, sino pura gratitud por haberle dado espacio y voz en su momento.

Los cuestionamientos siguen llegando. Desde el principio Sosa prometió contestar todas las preguntas de los medios. No tiene prisa y se toma el tiempo para cada una, hace anotaciones para no dejar pasar nada.

Tal vez tenga, o no, cola que le pisen, pero Sosa Castelán se mueve de pregunta en pregunta como si no debiera nada. Confía lo suficiente en su verbo. Lleva décadas en la grilla y los golpes le resultan familiares. Tiene buena y mala imagen por igual.

Las preguntas son duras: sobre mal uso de presupuestos, sobre su posición como líder moral en la universidad, sus amistades o enemistades con políticos, sus predilecciones de candidatos y todo lo malo que se le achaca, pero él se mueve con libertad mientras su colmillo va haciendo surcos por donde camina.