Una máxima del ajedrez indica que “cuando descubras el punto débil de tu adversario, debes atacarlo allí concentrando todas tus fuerzas”.
El Partido Revolucionario Institucional, como todos los partidos populistas, ha transitado por la gloria y por el fracaso de su potencial orgánico en la conducción social y en estos momentos experimenta una fragilidad política cuyos vectores residen en la erosión del gatopardismo, la fricción con las élites y el ascenso de Morena, que alteró la correlación de fuerzas en grado superlativo, activando un lobby de presión social que se convirtió en la caldera del diablo.
El cierre de precampañas en Hidalgo, donde el PRIAN y Morena protagonizan por vez primera el proselitismo político que perfila una lucha de suma cero -donde prácticamente solo quedarán cenizas del tricolor si llega a perder esta contienda-, claramente ha dejado dos vectores a la luz:
- Carolina Viggiano ha recuperado la vehemencia del discurso de antaño, apelando a la unidad de partido incidiendo en las élites que se encuentran en franca negociación para prospectar el escenario en un México en redefinición del sistema político.
- Julio Menchaca presenta el capital político de un movimiento de coyuntura nacional que aún no bosqueja todos sus alcances, pero que sin duda ha creado un cisma en la legitimidad política partidista a través de Morena, cuyo proyecto va más allá del sexenio.
Hidalgo se encuentra en franca recomposición de fuerzas políticas; la lección histórica que se espera de la vertiginosa conformación del ascenso de Morena al poder, marca uno de los mayores retos que haya experimentado un partido que aspira a la alternancia política, donde la fuerza creadora del proyecto social de Julio Menchaca le ha puesto un impasse de frontera a Carolina Viggiano, quien deberá ampliar sus estrategias de conducción orgánica si desea retener para el PRI el Poder Ejecutivo del Estado.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
