¿La humanidad del progreso?

Es un hecho del sentido causal de nuestra humanidad la vehemencia de la ciencia, los científicos y más allá de estos, por tratar de dirigir la realidad social como un experimento de laboratorio, como si la sociedad fuera susceptible de someterse a causa y efecto y, con ello, conquistar el progreso entendido en términos de bienestar, sin contestar: ¿el bienestar para quién o para quiénes?, dando por hecho que el progreso es para el todo social.

No podemos negar que, al abrir el orden sistémico a formas complejas de la cadena productiva, se generó una apertura y capilaridad social cuya movilidad es un hecho, pero no ha implicado la distribución de la riqueza para dar lugar a sociedades en equilibrio; por el contrario: la cantidad de pobres a nivel mundial es cada vez mayor, lo cual revela que la riqueza se concentra en pocas manos a través del control del Estado por las élites económicas y políticas.

Por ende, el progreso como un estadio superior de avance social es una quimera, una ilusión donde se pueden crear todos los artefactos que garantizan dentro de la realidad material el “bienestar social”, pero el consumo de estos artefactos y de los artículos necesarios para la vida se constriñe a pocas manos de manera insultante frente a la retórica de “un mundo del progreso”.

Frente a esta realidad, tampoco podemos argumentar que la “humanidad del progreso” permite indicar que existen menos conflictos sociales que en los siglos precedentes, paradoja que permite apreciar que la idea de progreso tiene una dosis significativa de ilusión que juega con las aspiraciones y anhelos sociales, inclusive de los sectores intelectuales que, ciegamente, le apuestan a esta condición que Freud advirtió en el “Malestar en la cultura”, libro que enuncia el desencanto de la idea de progreso en relación a la felicidad como dilema existencial.

En esta tesitura, progreso y felicidad no son sinónimos; el progreso científico aplicado a las armas de destrucción masiva y, desde luego, las armas convencionales, que son utilizadas en lo cotidiano y en las guerras y conflictos sociales, son el mejor ejemplo de las implicaciones del “progreso”.

 

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.