La improvisación política en el proceso electoral

“El fracaso y la improvisación política partidista son la gran amenaza para la conformación del futuro esquema de gobierno con el que Menchaca Salazar tendrá que lidiar”.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.

Durante décadas, la ciudadanía hidalguense estuvo presa de las prácticas anquilosadas del antiguo régimen, es decir, del PRI, que ocasionaron la erosión de una clase política que se sabía juez y parte de la realidad social.

En ese poderío tricolor no hacía falta plantear a la política local como un vector de reivindicación ciudadana de facto, por lo que la población se sumió en la pobreza y la desigualdad. 

Sin embargo, ese partido cayó en un círculo de improvisación le fue restando poder. Los escenarios planteados por el entonces partido oficial, la operación política de tierra, los actores y su pobre discurso socavaron el poderío que parecía inagotable, tanto que Hidalgo era llamado “el bastión priista”, que sorpresivamente terminó por sucumbir frente a la indolencia de la cúpula del partido.

En este proceso electoral, las inercias de la improvisación partidista se presentan como la constante que hiere y descompone la conducción política de la ciudadanía. Los partidos, sin planeación, se debilitan ante las fuerzas vivas de la política, creando situaciones como la ocurrida en Morena Hidalgo y la desbandada en el PRI, síntomas inequívocos de que no existen elementos de disciplina y control político construidos en el consenso, no como resultado del autoritarismo de cúpula.

Contrariamente a los dividendos de la democratización interna de los partidos políticos, lo que se percibe en la columna vertebral política en Hidalgo es la afrenta de la verticalidad de las cúpulas partidistas en detrimento de sus militancias, las cuales se distinguen por la ineficiencia y nula cognición de partido, por lo que, como corderos al matadero, la militancia sólo espera la llamada para ser acarreada y llevada al sacrificio. La paradoja de esto es que una partidocracia en crisis pone a la democracia en crisis.

A juzgar por la anarquía que ha reinado en las nominaciones al Senado, a la Cámara de Diputados y las presidencias municipales, el fracaso y la improvisación política partidista son la gran amenaza para la conformación del futuro esquema de gobierno con el que Menchaca Salazar tendrá que lidiar, cuando lo que ha tratado de hacer en las rutas de la transformación ha sido ordenar el desastre político que dejó el antiguo régimen.

La improvisación e incompetencia política son el común denominador en este proceso electoral que, a todas luces, no cambiará el rostro de la política de altura que Julio Menchaca ha emprendido, por lo que, a contracorriente, en esta pantomima política ni son todos los que están, ni están todos los que son.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.