En la escala de prioridades de los mexicanos, el futbol ocupa un lugar tan importante que incluso los estadios han abierto sus puertas antes que las escuelas. Prueba de ello han sido todos los partidos de liguilla de la Liga Mx, en los que estos recintos se observan abarrotados, llenos de un renovado entusiasmo por volver a la vida pública.
Sin embargo, no debemos olvidar que el mundo se sigue cayendo a pedazos y que la sombra del covid-19 aún nos persigue. Hace algunos días, la Secretaría de Salud del estado de Hidalgo, a través del Ayuntamiento, multó al Club Pachuca por superar el aforo permitido en el estadio durante sus últimos encuentros.
La sanción es una excelente declaración de valores que debería extenderse a otros ámbitos que habitan una realidad en la que la crisis de la pandemia parece haber sido superada. No solo el mundo del futbol ha sido intransigente, la inconsciencia y la omisión de los restos de la crisis no le han importado en absoluto a los partidos políticos que, en el contexto de las elecciones más grandes de la historia de México, han salido a las calles y han tenido reuniones masivas para promover a sus candidatas y candidatos.
La vida de todos se detuvo durante poco más de un año, la ciencia nos ha salvado, pero el futbol y la política nos demuestran que todas las frases reflexivas y de superación personal a las que nos aferramos recién iniciada la pandemia, son solo otra forma de engañarnos y creer que aprendimos algo de todo esto.
