El mundo que hemos construido guarda intrincadas condiciones contradictorias en pleno siglo XXI; sin duda, el racismo y la segregación racial no se encuentran superados, pese a que seguimos hablando a nivel internacional de que las legislaciones de los estados se han abierto a una nueva era de tolerancia y equidad social.
El escándalo de la Casa Real de Inglaterra, que en los últimos días evidencia que los cuentos de hadas de la nobleza en Europa son también, en esencia, el patrimonio de la “pureza racial”, se basa en una serie de impugnaciones que se han hecho sobre Meghan Markle y el príncipe Harry por el posible origen racial de su futuro hijo, debido a que Markle es afroamericana y, por ende, su descendencia puede presentar rasgos de esta tipología racial.
En este escenario, es claro que el rechazo racial es también un insulto a todas aquellas tipologías en el planeta que no son caucásicas, pero también a quienes no presentan un origen nobiliario, lo que abre un debate hacia que los mitos del poder y la verticalidad de los mismos, guardan contenidos religiosos, raciales, sexuales, míticos y místicos, entre múltiples variables de esto, cuestión que lo mismo hemos vivido desde los campos de concentración nazis hasta el control y hostigamiento femenino y racial de los indígenas en América Latina.
Empero, hemos visto a lo largo de la historia de la humanidad que los brotes de racismo no han dejado de estar presentes y esto se debe a que el vínculo sociológico identitario en nuestros días, en muchos países, sigue tratando de sostener lo insostenible ante un determinado origen racial, cuestión que, ante el grado de heterogeneidad de las formaciones humanas, salvo raras excepciones, no es veraz en un mundo donde las migraciones son constantes y, más aún, si admitimos que nunca las formaciones humanas se mantuvieron sin interacción con diferentes pueblos.
Sobresale en esta tesitura, la serie de mitos nacionalistas, religiosos, morales y sexuales, los cuales no han hecho otra cosa que ahondar la serie de desencuentros que los seres humanos tienen en el planeta, como lo implican las migraciones políticas, económicas, religiosas y de seguridad que estamos presenciando con gran dinamismo a nivel mundial y que no se habrán de extinguir.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
