Lecciones de pospandemia

Desafortunadamente, la pandemia no nos hizo mejores personas y muchas de las dinámicas que eran sanas incluso para el medio ambiente, han ido desapareciendo.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.

¿Hasta qué punto la pandemia dejó lecciones de aprendizaje social? Por lo menos en México, no se perciben cambios significativos que permitan redireccionar las relaciones sociales a todo nivel. El mejor ejemplo es el trabajo en casa, que durante la pandemia se extendió inclusive a la educación y a muchas de las actividades de consumo y mercado. Esto creó una ventana de oportunidades que paulatinamente se ha ido diluyendo y cerrando.

La paradoja es que la conducta social, que había empoderado los espacios virtuales, se ha retrotraído, al grado que la mayor parte de las dinámicas que se establecieron en la pandemia han ido desapareciendo. Por tanto, el dinamismo y salto cualitativo al uso de las nuevas tecnologías, al menos en los sectores urbanos en México, se han ido diluyendo y ello ha cerrado oportunidades de expansión económica, de tiempos y procesos que habían marcado una nueva estructura conductual y de desarrollo social.

Pensemos en que, si el trabajo, la educación, el suministro de insumos y mercancías pueden cumplirse desde casa, la contaminación ambiental disminuye y se activan nuevas relaciones laborales, comerciales, educativas y sociales; sin embargo, esto también modifica la estructura conductual de las relaciones sociales cuyos efectos no han sido estudiados.

En lo profundo, los protocolos sanitarios tampoco parecen advertir prácticas y cambios significativos, ni siquiera en las conductas de las personas, por lo que las condiciones de alerta y prohijo social que se presentaron con la intensidad de la pandemia y la prevención no parecen ser el común denominador en las relaciones sociales, cuestión que predispone a que sigamos estresando el medio ambiente.

Luego entonces, nuestro subdesarrollo no se debe a la cuestión económica exclusivamente, sino también cultural, lo cual no nos vuelve capitalistas de primer mundo en la dimensión del apetito de capilaridad social que debe permear en la pospandemia hacia una sociedad que encuentra nuevos espacios económicos que, a su vez, potencian la movilidad necesaria para generar oportunidades sociales que el Estado debería haber aprovechado como una de las lecciones centrales de la pandemia.

 

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