México pende de un hilo llamado TLCAN

Esta semana inicia la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Nortes (TLCAN) y después del 16 de agosto nada será igual, a pesar de lo que dicen los analistas y desea el gobierno federal, por una sola razón: Donald Trump hizo varias promesas durante su campaña presidencial y una de ellas fue la salida de Estados Unidos de este tratado.

Al final, en abril pasado Trump afirmó que luego de sus conversaciones telefónicas con sus homólogos de Canadá y México, había decidido renegociar el Tratado, pero dejó claro que si no podía lograr un acuerdo justo para Estados Unidos, para sus trabajadores y empresas, terminaría con él.

Hasta hoy, la creación de esta zona de libre comercio que en 1994 pretendía seguir los pasos al proceso de integración de la Unión Europea en América del Norte, ha permitido que México exporte el 82% del total de su producción a esa área de integración regional: 80% del total se dirige a Estados Unidos y sólo el 2% hacia Canadá.

Pero si bien el TLCAN ha permitido disponer de un gran mercado para las exportaciones mexicanas, lejos de tener un impacto positivo en el crecimiento y desarrollo del país, sólo ha propiciado un crecimiento promedio anual de la economía de apenas 2.6%, de 1994 a 2017. Pero además, ha significado un crecimiento de la pobreza, la cual pasó de 27 millones de pobres en 1994 a 55.3 millones en 2014; mientras que los emigrantes mexicanos a Estados Unidos pasaron de los 6.5 millones en 1994 a más de 12.5 millones en los últimos meses.

Durante estos años, la liberación del comercio en América del Norte ha permitido que México atraiga a su territorio la mayoría de las empresas armadoras de autos, incluidas las estadounidenses, la cuales han aprovechado las ventajas comparativas de México respecto a Estados Unidos y Canadá, es decir, mano de obra calificada, fácilmente adaptable a los procesos manufactureros, pero sobre todo, barata; además de disponibilidad de recursos naturales, facilidades por parte del gobierno para instalarse y producir, que van desde otorgamiento de terrenos, reducción de impuestos y servicios públicos accesibles, como agua y electricidad.

¿Pero producir para qué?, producir para exportar a Estados Unidos y Canadá autos con costos de producción más bajos sin pagar impuestos, siempre que se respeten las reglas de origen del TLCAN, ese el negocio para las armadoras, como también lo es para los bancos el poder cobrar tasas superiores al 60%, cuando los bancos centrales de Estados Unidos y México les prestan dinero a tasas mínimas.

Sin embargo, pese al optimismo por el éxito probable de las negociaciones del TLCAN, más que pensar en un repunte de la economía nacional, sería mejor prepararse para un fracaso de las negociaciones y el fin del TLCAN; su sustitución por un tratado bilateral podría significar un descalabro del peso y una fuga masiva de capitales.

En los últimos meses, las declaraciones sobre México por parte de Donald Trump han puesto en jaque al peso. Sólo hace falta recordar que desde el comienzo de este año, el peso se ha apreciado un 16%, al venderse en hoy alrededor de 17.80 pesos por dólar, pero bastaría que se produjera alguna declaración negativa de Trump sobre las negociaciones del TLCAN para que se produzca una devaluación y salida de capitales. Aunque la mayoría de las calificadoras como Fitch y bancos como Wall Street, Morgan Stanley, por ejemplo, suponen que la estabilidad de peso podría continuar este año, nadie puede predecir que hará o dejará de hacer el presidente.

Aun cuando el Congreso estadounidense, aparentemente, ha desechado la idea de imponer un impuesto del 20% a todos los productos fabricados fuera de Estados Unidos, nadie tiene la palabra de Trump de que continuará con la integración regional en la zona de libre comercio creada con el TLCAN ni de que ha abandonado sus pretensiones de separarse de México, no sólo poniendo un muro fronterizo sino barreras arancelarias a la entrada de los productos mexicanos a Estados Unidos.

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Por: José Luis Ortiz Santillán

Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.


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CONTEXTO ECONÓMICO GLOBAL - José Luis Ortiz Santillán

Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.