Morena pintado de tricolor

Con la reconfiguración política de la entidad, producto del proceso electoral anterior, se supondría que existe un empoderamiento de los opositores “al régimen”.

Aunque este tema podría causar polémica cuando se revisa que la izquierda morenista está conformada por gran número de expriistas que expresaron su enojo contra dirigentes, mientras que otros son producto de circunstancias fortuitas y su voto fue sinónimo de castigo. Es decir, la representatividad de quienes ahora ostentan los cargos de elección popular no es fruto de su trabajo y esfuerzo, sino de traiciones entre priistas, de alguna forma Morena es una expresión más del PRI.

Algo similar sucede con quienes se han encumbrado con opiniones y trabajos que ventilan los excesos de los gobernantes, pues ahora se quejan de que quienes se unen a esos dichos no lo hicieron en el pasado. Sin duda es justo que exalten su congruencia y lealtad a cierto tipo de ideologías.

El problema para Morena en Hidalgo es que las decisiones antes descritas cierran e impiden que una plataforma política personal pueda convertirse, realmente, en un partido político.

Los morenistas piden muchos requisitos para unirse a ellos y encima viven paranoicos de tener infiltrados, logrando únicamente que el encanto de su arribo al Poder Legislativo federal y local desaparezca demasiado pronto.

Además, caen en contradicciones enormes al abrirle paso a los priistas, desaparecer los temas de afiliación y considerarse un movimiento regenerador. Parece que la reconfiguración sólo son las facciones priistas divididas y que mantienen formas y fondos del tricolor.