Regreso, no retroceso

Luego de que el gobernador Omar Fayad anunciara la estrategia para el regreso a clases, el camino hacia una vida parecida a la que teníamos antes del covid-19 podría comenzar a recorrerse.

El brutal cambio de dinámica que experimentamos el último año ha definido nuestra nueva forma de hacer las cosas, pero también ha dejado en claro que es difícil que las personas aprendamos algo y transformemos nuestro actuar. 

El regreso a las clases se resume en una estrategia muy sencilla que, operacionalmente, resulta mucho más compleja: vacunación a todo el personal educativo, verde para el semáforo epidemiológico y voluntad de toda la ciudadanía para acatar los protocolos sanitarios.  

Como estrategia global, esto suena esperanzador, a su manera. Pero si miramos la realidad del día a día en una escuela, las cosas son diferentes. Lo ideal sería tener una estrategia que garantizara la limpieza total y constante de los espacios de trabajo, lo que implica el acceso al agua y a insumos en todas las escuelas de la entidad. Los profesores y todo el personal administrativo merecen recibir capacitación sobre los protocolos de la interacción dentro de las aulas. 

El regreso a clases debe ser pensado en cada detalle y debe mirarse más allá del espacio de las escuelas. Pues la asistencia a una escuela implica la movilización de las personas, lo que generará contactos masivos en donde también deberían estar presentes esos protocolos que, hasta ahora, no han sido respetados en su totalidad. 

Ojalá que las autoridades educativas del país tomen ésta como una oportunidad para no burocratizar más la educación y arrebatarle la vocación a millones de profesores que también deben ser tutores, asesores, administradores, eternos rendidores de cuentas que terminan apiladas en un archivo que precarizan el trabajo docente y esclavizan al eslabón más débil en la compleja y poco democrática cadena de la enseñanza en este país. 


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