Una de las cosas más pendejas que hago para mantenerme en forma es ponerme hasta la madre con mezcal y, luego de escribir poemas de amor con extrema euforia, bajarme la peda haciendo ejercicio. Música a todo volumen, un bolígrafo para intercalar las lagartijas con anotaciones filosóficas en las paredes y concluyo hasta quedar completamente exhausto. Fumo un cigarro, me acuesto en el camastro del jardín y me duermo un rato.
Pero hoy no puedo lograrlo.
Suena el teléfono, lo miro y es número desconocido. ¿Contesto? ¡Ring! Mejor no. Sigue sonando, intento ignorarlo pero sigue chingando. No voy a contestar. ¡Ring! Estoy a punto de apagarlo, aprieto mis labios y, finalmente sin voluntad, termino por contestar. ¡Ri-
—¡Quién!
Es la secretaria del director del periódico en el que, hace más de un año, colaboraba como reportero de nota roja (y a veces de teatro). Me ofrecen una plaza de trabajo precisamente ahora que, finalmente, me atrevo a escribir mi anhelado libro de filosofía.
—Te quieren para la dirección de Cultura —me informa y, luego de mi silencio, pregunta—. ¿Qué les digo?
—Yo les llamo —es mi única respuesta y cuelgo, enciendo otro cigarro y vuelvo a recostarme. El cielo me deja pensando. Quizá hace un año me hubiese interesado pero, actualmente, no tengo ninguna motivación para un trabajo a largo plazo. Algo me dice (y no es mi hermano) que todo terminará pronto.
Cuando termines el libro.
Tal vez por ello no quería comenzarlo, pero eso ya no importa ahora. Acepto el destino. Tengo que hacerlo, tengo que expresarme, tengo que escribirlo. La gloria es la muerte y mi pensamiento es el nacimiento un nuevo tipo de comprensión:
La comprensión ontológica.
La superación de los problemas filosóficos, empero, no por disolución como enredo lingüístico sino por trascendencia del problema (φ o ¬φ) como problema (obstáculo ontológico) entre dos agentes del lenguaje en un contexto de discusión.
Cuando comprendemos que no tiene sentido seguir discutiendo.
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Por: Serner Mexica
Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".
