Ser y Devenir 129

El fantasma de Humboldt volvió a estar presente en mi regreso a la Universidad Nacional Autónoma de México, no como sujeto sino como el problema particular de la no-existencia. Incluso hasta estos días me mantengo en el dilema sobre su verdadero carácter existencial.

—¿Escribir un libro de filosofía? —digo en voz alta.

Me da miedo. ¿Y si piensan que soy un pendejo? Bueno, ya muchos piensan eso y aún no escribo nada. Nada importante. Perdí mucho tiempo valioso cuando estuve casado, rodeado de gente nefasta y, trágicamente, haber abandonado por más de diez años el auténtico quehacer filosófico. No es que dejara de escribir, pero escribía pura mierda. Además de que, dramáticamente, había perdido la inspiración especulativa, la disciplina lógico-formal y, lo peor de todo, el instinto ontológico. Después de mi divorcio tenía que regresar a ejercitar el espíritu de mi mente, volver a entrenarme en las letras y liberarme trascendentalmente en la existencia.

—Quiero ser un auténtico filósofo otra vez.

Regreso al lugar que juré nunca volver, la Facultad de Filosofía y Letras en CU. Desde el posgrado no pisaba un aula, ahora vuelvo a recorrer sus pasillos cubriéndome con mi gabardina negra y todos los jóvenes estudiantes me observan como si fuera un vampiro perdido. Fui una leyenda, empero, ahora de mí ya nadie se acuerda.

Entro a la clase de Ontología II:

¿La realidad es homogénea o heterogénea? La posición homogeneísta sostiene que únicamente existe un tipo de entidades, una sola categoría ontológica, mientras que la posición heterogeneísta afirma que existen diferentes categorías ontológicas. Ambas posturas enfrentan sus respectivos problemas. La primera tiene que argumentar dos cosas: 1) cuál es ese único tipo de entidades existentes y 2) de qué hablamos/pensamos cuando parece que hablamos de cosas que no existen. La segunda tiene que explicar cómo se relacionan los diferentes tipos de entidades o categorías ontológicas.

Intuitivamente, parece que la posición heterogeneísta es la verdadera pues es evidente que hablamos y pensamos (correctamente) de cosas de lo más heterogéneo. Platón no piensa igual, empero, ¿la teoría de las Ideas es intuitiva? Locke tampoco está de acuerdo, para él sólo existe lo concreto y las entidades abstractas son sólo ficciones lingüísticas para hablar de cosas concretas de una manera general. En este sentido, la aparente heterogeneidad pertenece únicamente al lenguaje o el pensamiento. Sin embargo, como bien escribe el profesor Barceló en su texto filosófico El Problema de la Existencia, “la estrategia nominalista únicamente reduce la evidente heterogeneidad al lenguaje”. La traducción forzada de lo que decimos y pensamos para “demostrar” que, en la aparente diversidad categorial, en realidad sólo hablamos y pensamos sobre un único tipo de entidades existentes. ¿Son diferentes maneras de ser de las cosas o no son más que diferentes formas de hablar y pensar la realidad?

—¿Y por qué no ambas? —comento luego de levantar la mano—. La realidad se nos presenta, al menos, de dos maneras, una transparente y otra consciente (intencionalmente hablando). Heidegger llamó a esta ambivalencia “estar a la mano” y “no estar a la mano”. Por ejemplo, cuando caminamos normalmente no tenemos conciencia intencional de nuestros pies, nuestros zapatos o el suelo que pisamos; ni siquiera de que estamos caminando. Simplemente caminamos y nuestra relación con la realidad se nos presenta de manera diferente si, supongamos, nos lastimamos el pie, se nos rompe el zapato o tenemos que atravesar un terreno peligrosamente accidentado. En el segundo caso es cuando la realidad, o aquel aspecto problemático de la realidad, “no está a la mano” y, por tanto, tenemos conciencia intencional de ésta. Y, ciertamente, parece que el mundo entero desaparece mientras nos concentramos en resolver un problema o superar un obstáculo concreto. ¿La realidad aparece/desaparece o sólo algunos de sus aspectos?

Termina la clase, quiero despedirme del profesor pero está ocupado con varios estudiantes y, debido a la ansiedad, bajo a la explanada sólo para fumar. Maldito tabaquismo, no puedo dejarlo, pinche vicio. Las nubes se aglutinan lentamente, camino hacia uno de los estacionamientos del estadio olímpico y me quedo tras el volante, mirando a la nada, hasta que comienza a llover.

—¿Escribir un libro de filosofía? —digo en voz alta, saco mi cuaderno y escribo:

En este sentido, creo que se puede abordar el problema ontológico de la ausencia y la presencia en términos de propósitos, es decir, qué está haciendo o, más concretamente, qué estaría buscando el agente en cuestión para determinar si ve o no ve lo mismo que otro agente (al que también habría que determinar su propósito en el ejemplo) en un mismo estado de cosas.

—¿Y tú qué buscabas en el castillo Humboldt? —me preguntó una vez mi hermano.

 

Continúa 130

Por: Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".






EL INDIO FILÓSOFO - Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".