Encuestas van y vienen, y ante la erosión del gobierno y de la correlación con el PRI, ya existen avances en torno a quién lleva la delantera hacia la carrera presidencial de 2018. El peje, nuevamente el peje, que como dolor de cabeza vuelve con la retórica que ha sido tan impugnada por sus adversarios políticos por considerarla “populista” y “descabellada”.
Por cura política me he cansado de explicar que el peje no es populista; no voy a entrar a una discusión teórica al respecto, pero quien quiera aprender recomiendo leer a Octavio Ianni en “La formación del Estado populista en América Latina”. Lo cierto es que el peje tiene desencuentro con las elites del poder, desencuentros irreconciliables, pero nadie puede negar la fuerza política del tabasqueño.
Desde el análisis político no es posible pensar al peje como un tipo que plantea políticas descabelladas, sus medidas tendrían que ser exploradas más allá de la retórica, pero hasta ahora las medidas salvadoras del país de sus contrincantes en los hechos han causado estragos.
Nuevamente el peje se erige como un candidato de peso y nos hace pensar en la justa que enfrentó a Felipe Calderón, sólo que esta vez con los argumentos de un gobierno más erosionado y con una nada despreciable dosis de encono social, cuestión que puede convertirse en el foco de reacción más álgido para determinar al próximo presidente de la República.
El escenario es confuso a nivel político, pero en lo que parecen coincidir abierta y tácitamente los analistas políticos, es que el PRI habrá de dejar Los Pinos, cuestión que no parece alejarse de la realidad y que se refleja en la opinión ciudadana.
Sí, puede ser la del peje, siempre y cuando el fantasma de la beligerancia y el desatino que le achacan sus adversarios políticos, después de tantos años, haya desaparecido y exista un pequeño cambio en la cultura política y el escrutinio ciudadano.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
