Por el hecho de ser los hermanos menores de los Diablos Rojos, los Guerreros de Oaxaca están condenados a los últimos lugares, al ceder a sus mejores jugadores y recibir solamente los desechos de los pingos.
Los de la verde antequera sirvieron de escalón para que los escarlatas terminaran en el primer lugar sureño, al ser barridos en el estadio Alfredo Harp Helú por 13 a 5, 18-17 con bronca incluida y 14 a 7.
Conviene recordar que el año pasado acabaron en último lugar, bajo la dirección del novel mánager Erik Rodríguez, y en este parecían destinados a la misma suerte, hasta que entró al relevo Óscar Robles y llegaron al séptimo lugar, con 34 ganados y 53 perdidos.
Hay que destacar que en la primera parte de la campaña brilló el norteamericano Kyle Martin, quien marchaba como líder en jonrones y producidas, y cuando se esperaba su traspaso a los luciferes, recibió un llamado a sucursales de las Grandes Ligas.
El bateo no fue el problema de los oaxaqueños, pues jugadores como Carlos Figueroa y Samar Leiva fueron consistentes, en tanto que Juan Carlos Ureña se convirtió en un jonronero de respeto, con 21 y 74 producciones.
La escuadra mejoró con la reincorporación de los lesionados Juan Carlos Camacho, el novato del año pasado, y Orlando Piña; en cambio, en el picheo no hubo ningún brazo confiable y el colmo fue que los Diablos se llevaron a su mejor pitcher, el colombiano Jeffrey Niño, enviando a Francis Martes que, con todo, fue su mejor lanzador, y al Jumbo Díaz, dado de baja por su pobre rendimiento.
En el colmo del choteo, los oaxaqueños tuvieron que pagar el préstamo de Campeche a los Diablos, de Jason Atondo y Francisco Haro.
Por: Jorge Carrasco V.
Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.
