Terror y desinformación, únicas armas para detener a AMLO

A una semana del debate y a menos de dos meses de concluir las campañas, el nuevo rumbo de quienes apuestan por conseguir el voto a toda costa ha pasado del spot informativo a la campaña de miedo y difamación. Un día y otro también la medias verdades de Ricardo Anaya intentan sembrar la duda en la trayectoria de López Obrador durante su gestión como jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal, lo acusa de traidor, incongruente, de ahuyentar inversiones y otras linduras que improvisa de acuerdo al público que le pongan. El queretano es un buen discípulo de las enseñanzas de Jorge Castañeda y Rubén Aguilar, dos viejos lobos de mar en eso de andar suplicando por el voto útil y golpear al adversario con injurias.

Sin más talento que el de infundir el miedo y la duda por la propuesta del adversario que lo ha dejado atrás por dos dígitos, el angustiado Anaya ha tratado de llegar a los electores de todas las edades y de diferentes sectores sociales; sin embargo, el que nació panista, aunque se coloque el chaleco amarillo del PRD, panista se queda. Esa ha sido, en realidad, su mayor debilidad: no conecta con los grandes públicos.

La proyección del panista-perredista ha sido la de un esforzado competidor que se identifica con un sector muy particular de la clase media, de un sector de jóvenes, de ciertos sectores en la iniciativa privada, pero muy, muy poco con ese conglomerado de ciudadanos de a pie, del obrero, del campesino, del comerciante, del jubilado que se la rifa todos los días por sobrevivir en esta agobiante economía que ha multiplicado el número de pobres, ahí no ha logrado la persuasión el candidato Ricardo Anaya.

Los que siguen abajo, el PRI y la chiquillada bronca y femenina, insisten en enlodar el mensaje político del que avanza como caballo de hacienda, vomitan sus fobias y odios de clase contra todo lo que representa el proyecto de ya sabes quién. De forma cínica y con mayor virulencia que aquella campaña negra impulsada en la controvertida elección de 2016 (López Obrador, un peligro para México), el frente unido contra AMLO ha lanzado los spots más tendenciosos en los que se asocia de forma cínica la tragedia económica de Venezuela con todo y chavismo y Maduro con el proyecto político presidencial de Andrés Manuel. Sin mayor creatividad que promover el miedo, prefieren incrementar el abstencionismo que buscar el sufragio a su oferta política. Al parecer ya no les interesa ganar, lo importante es frenar a toda costa el ascendente paso del líder tabasqueño.

En ese contexto, el bloque opositor al inalcanzable buscará en acuerdos con el sector empresarial, tal como ocurrió en 2006, con la construcción de mentiras en redes sociales con campañas de desinformación (como el extraño documental del populismo) y en las filtraciones del organismo de inteligencia política del gobierno mexicano (CISEN) desbarrancar al enemigo y de paso manipular la intención del voto en alguno de los bandos que resulten más convenientes.

Lo que nos espera, estimado lector, es el más sucio de todos los procesos electorales, en el que seremos testigos de los peores golpes bajos y en donde las transas, mentiras y dinero buscarán aniquilar al político que más ha luchado por representar el movimiento de una transformación radical del sistema político. ¿Será capaz de triunfar AMLO a pesar de todos los obstáculos? La historia está por escribirse y veremos cómo reacciona ese pueblo que desde ahorita no se dejará ganar la Presidencia.

Por: Mario Ortiz Murillo

Maestro en Estudios Regionales, realizó estudios de Marketing político y gubernamental. Académico, periodista y sociólogo urbano; amante de los mejores y peores lugares de la Ciudad de México, a la que pensó que le venía mejor rebautizarla como Estado de Anáhuac que CDMX. Desertor de la burocracia convencido de la poderosa energía de la sociedad civil y marxista especializado en la corriente Groucho (Marx). De profundas raíces fronterizas chihuahuenses, se siente más juarense que Juan Gabriel, aunque ninguno de los dos haya nacido en la otrora Paso del Norte. A punto de doctorarse, le ha faltado tiempo (y motivación) para lograr el grado. Observador de la política nacional e internacional que siempre le resulta un espectáculo más divertido que la más sangrienta de las luchas de la Arena Coliseo. Entre los personajes que más ha respetado en la política se encuentran Heberto Castillo, Arnoldo Martínez Verdugo, Valentín Campa, Carlos Castillo Peraza, Luis H. Álvarez, Olof Palme, Willy Brandt y Fidel Castro. Todavía sueña que en este país la izquierda merece una oportunidad para llegar a la Presidencia de la República; espera verlo antes de morir.






EL ABISMO - Mario Ortiz Murillo

Maestro en Estudios Regionales, realizó estudios de Marketing político y gubernamental. Académico, periodista y sociólogo urbano; amante de los mejores y peores lugares de la Ciudad de México, a la que pensó que le venía mejor rebautizarla como Estado de Anáhuac que CDMX. Desertor de la burocracia convencido de la poderosa energía de la sociedad civil y marxista especializado en la corriente Groucho (Marx). De profundas raíces fronterizas chihuahuenses, se siente más juarense que Juan Gabriel, aunque ninguno de los dos haya nacido en la otrora Paso del Norte. A punto de doctorarse, le ha faltado tiempo (y motivación) para lograr el grado. Observador de la política nacional e internacional que siempre le resulta un espectáculo más divertido que la más sangrienta de las luchas de la Arena Coliseo. Entre los personajes que más ha respetado en la política se encuentran Heberto Castillo, Arnoldo Martínez Verdugo, Valentín Campa, Carlos Castillo Peraza, Luis H. Álvarez, Olof Palme, Willy Brandt y Fidel Castro. Todavía sueña que en este país la izquierda merece una oportunidad para llegar a la Presidencia de la República; espera verlo antes de morir.