Donald Trump estará en medio de la polémica mientras siga gobernando, pues ahora se le acusa de abusar de su poder al despedir a Janet Yellen, quien había restaurado la autoridad y la experiencia de la Reserva Federal (FED) al frente de la política monetaria y nombrar a un moderado como sucesor, que constituye un mal menor, pero que al final tendrá que lidiar con el caos reinante en la Casa Blanca.
Recordemos que el presidente de Estados Unidos tiene poderes importantes, entre ellos la elección de los jefes de las agencias de su país, encargadas de hacer cumplir leyes y regulaciones, incluido el de designar al titular de la FED. Sin embargo, su poder terminó con una costumbre que se remonta casi medio siglo: mantener en su puesto al jefe de la FED si no ha cumplido su misión no partidista.
La FED, envuelta en fraude masivo en el sector financiero, requería de la llegada de una mujer como Janet Yellen para restaurar el orden. Su forma de actuar, pausada y equilibrada, permitió lograr un amplio consenso dentro de la junta directiva, caracterizada por puntos de vista económicos divergentes en su seno. Yellen condujo a la FED a través de una lenta recuperación económica en un período de restricciones fiscales innecesarias, mientras que los republicanos exageraron hipócritamente los riesgos del déficit, los cuales ahora quieren recortes impositivos masivos para corporaciones y multimillonarios, lo que aumentará el déficit en más de 1.5 billones de dólares adicionales para los próximos diez años, según los analistas.
Es cierto que Trump eligió a un moderado al frente de la Reserva Federal, mientras que muchos en su partido querían un extremista. Tal vez entendió que un extremista elevaría las tasas de interés de inmediato y pondría al mundo de cabeza, metiendo en una pesadilla insoportable a los desarrolladores inmobiliarios. Pero el presidente innovó también eligiendo a un no economista al frente de la FED.
Ahora el tema es que la FED enfrentará grandes desafíos en los próximos cinco años, cuando normalice su política monetaria y uno se pregunta si Jerome Powell estará a la altura de esos retos. Un aumento en las tasas de interés podría causar una ruptura brusca en el mercado, cuando el precio de los activos se someta a una corrección significativa.
Al respecto, muchos especialistas esperan una gran desaceleración en el crecimiento en los próximos cinco años. La FED ha influido notablemente en la recuperación económica desde el inicio de la crisis en 2008, pero sus bajas tasas de interés y su gran déficit, así como el posible aumento masivo de la deuda, si Trump logra reducir los impuestos, será un gran desafío para Jerome Powell, incluso para el mejor economista, aun cuando se tratara de un Premio Nobel. Todo sea por el éxito de la batalla de Trump contra el Estado burocrático, contra la ciencia, la democracia y el Estado de Derecho.
Por: José Luis Ortiz Santillán
Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.
