UAEH, la fábrica de egresados

Las noticias no paran: la UAEH estrena un reglamento que tiene confundida a toda la comunidad universitaria. Este nuevo documento aprobado por el H. Consejo Universitario contiene cambios trascendentales para la institución, pero sobre todo para la práctica docente.

Cero consecuencias

No se saben las intenciones detrás de estos cambios, lo que sí es que los alumnos no tendrán consecuencias en su historial académico por faltar a clases o por no entregar trabajos a tiempo, pues el peso de su calificación (la que ellos pueden elegir, por si no les gusta) será jugada en un examen extraordinario.

Reprobé, ¿y..?

La baja por reprobar tres veces la misma asignatura desaparece, esto significa que un alumno podría avanzar en su vida académica aun debiendo materias que no estén aprobadas y habiéndolas reprobado muchísimas veces. En caso de adeudo de materias para alumnos a punto de egresar, éstos podrán solicitar un examen extraordinario sin siquiera haber cursado la asignatura para ser liberados de su deuda académica.

Extraordinarios ilimitados

Como si esto fuera poco, no habrá un límite de exámenes extraordinarios. Los alumnos (y exalumnos) podrán “renunciar” (así lo establece el documento) a su promedio y volver a presentar extraordinarios para tener mayores calificaciones. Bien, aquí va la pregunta que importa en esta columna: ¿por qué estos cambios son malos?, porque es visible, de manera descarada, la necesidad de egresar alumnos, como si se tratara de producirlos en una fábrica para seguir cumpliendo con los indicadores que tienen orgullosas a las autoridades de la máxima casa de estudios del estado. Sin embargo, estas transformaciones dejan casi sin autoridad a los docentes, que ahora serán más unos secretarios que apliquen extraordinarios hasta que un alumno esté satisfecho con su calificación. ¿Les irán a pagar más a los profesores? No lo creo.

Universidad, el nuevo camino fácil

Lo que sí creo es que este nuevo reglamento aplana el camino a las nuevas generaciones de estudiantes, para quienes la escuela se ha vuelto más fácil, pero habrán de salir a la vida, y lo más seguro es que allí nadie va a dar oportunidades ni hará exámenes extraordinarios cuando cometan un error y fallen en su práctica profesional (si es que acaso llegan a ser unos profesionales en toda la extensión de la palabra).

De entre todas las polémicas en las que se ha visto envuelta la universidad en los últimos meses, ésta es quizá la peor (incluso más que la del lavado de dinero), pues el nuevo reglamento atenta contra los profesores y su autoridad; contra la formación que necesita la juventud de este país, a la que sumarán a educar de manera más débil y desinteresada. Con todo esto, ya no nos queda duda de que la educación sí es un negocio que no sabemos cuánto va a costarnos a largo plazo.


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