Yesenia Valdés e Isidoro Monroy retan al PRI estatal

Este domingo se estableció como fecha oficial para el registro de fórmula de presidente y secretaria general del Comité Municipal del PRI en Mixquiahuala. Raúl Vizzuett y Flor Serrano arribarían como planilla de unidad, precedidos por el trabajo de operación política encabezado por el CDE del PRI Hidalgo. Lamentablemente un pequeño grupo de resentidos políticos buscó obstaculizar dicho registro.
El presidente de Comité Mixquiahuala, Benjamín Simón, tenía la obligación –por lealtad al partido que dice representar- de abrir las oficinas de dicha institución por ser el encargado de su cuidado, así como en atención a la institucionalidad y madurez política que debería revestir la recepción de registro de fórmula por renovación estatutaria, pero se dejó llevar por malas influencias para un intento infantil de boicot.
Sin lugar a dudas, Benjamín Simón no actuó solo, al contrario: orquestó una mediana faramalla auspiciado por su jefa política, Lucía Yesenia Valdés Hernández, quien tiene la experiencia de haber sido candidata perdedora a presidenta municipal y cercana amiga a más de un funcionario. Esto último, dicen, es lo que en su momento le sirvió para trepar posiciones políticas. Al parecer, actualmente está aliada con Isidoro Monroy Reyes, expresidente municipal, que ni siquiera pudo esclarecer las cuentas de su administración, ni generar simpatía con la ciudadanía.
Valdés Hernández destacó en su momento por ser una de las mujeres con mayor cercanía a Ricardo Crespo Arroyo, quien durante la campaña del año anterior la visitó en reiteradas ocasiones. Sus visitas se hicieron famosas por llegar en helicóptero, enviarle apoyos diversos, hacer uso de gente de la Secretaría de Finanzas y del CDE indistintamente para halagarla o prometer borregos en barbacoa si ganaba la elección –lo sabemos: un príncipe azul en toda la extensión-.
Por su parte, Valdés Hernández correspondió los innumerables detalles organizando cenas y comidas en restaurantes de la capital hidalguense donde, se cuenta, elegían las mesas instaladas en privados como el del Che Taco o cerraban el área de bar en Terrassa, del bulevar Colosio, sólo por citar algunos. Las visitas al Invencible se hacían cada vez más frecuentes, generando por algunos detalles poco ventilados, diversos rumores a los que se les adjudicaba el porqué de la lealtad de la hoy destacada empresaria (dueña de un negocio de tacos de arrachera y jugos en Progreso de Obregón y un Tuzo Express en Mixquiahuala).
Cabe resaltar que durante la negociación para la renovación del comité municipal de Mixquiahuala, que correspondió a Francisco Olvera Ruiz, los actores políticos habían establecido un acuerdo para una fórmula de unidad, siendo una indiscreción malsana la que orilló al desacuerdo que favoreció a Yesenia Valdés, quien eligió a Benjamín Simón para salvaguardar sus intereses. Sobra decir que el circo fue orquestado por Ricardo Crespo, quien en aquellos días aún decretaba –fanático de las filosofías de new age- ser gobernador y el hombre más poderoso de Hidalgo.
El papelón realizado por Benjamín Simón al frente del comité municipal fue ridículo; el hoy funcionario de la CONAGUA ni siquiera se tomaba la molestia de asistir a oficinas, no contestaba el teléfono ni atendía los trabajos encargados por el CDE PRI pero sobre todo destacó por el extraño uso de recursos económicos destinados a la construcción de las oficinas del comité municipal.
Aquí surge de nuevo el nombre de Ricardo Crespo Arroyo, quien hizo uso arbitrario de los recursos destinados a la construcción de varios edificios municipales, favoreciendo a sus amigas y compañeros de convivencias, lo cual es rumor escuchado en cualquier lugar. La administración del pachuqueño fue el inicio de la debacle priista debido a su arrogancia y falta de conocimiento, su único atributo era la lealtad ciega a Francisco Olvera Ruiz que hoy siguen manteniendo.
Esa lealtad lo llevó a cerrar las puertas y encabezar grotescos chistes sobre Omar Fayad, como el adjudicado a Roberto Pedraza en Ixmiquilpan –fue una falta de precisión la que hace desconocer que el denostante apodo salió de boca de Crespo Arroyo-, quien juró que jamás sería “su Gobernador”. Parece que le faltó decretar una segunda oración.
El año anterior se realizaron designaciones a cargos de elección popular con listas maniatadas por la gente de Crespo Arroyo al interior del CDE del PRI Hidalgo, y que Alberto Meléndez Apodaca no reparó en revisar detalladamente en cuestiones que lo sitúan en relajadas convivencias, sumando que fue Ricardo Crespo quien encabezó la responsabilidad de operar las campañas municipales tricolores eligiendo a capricho cuáles se ganarían y perderían. Cabe resaltar que dicha empresa mostró la nula capacidad política del exdirigente, a quien absolutamente todo se le salió de las manos sin encontrar pies ni cabeza.
Fue en dichos menesteres que Yesenia Valdés logró ser apoyada por su exjefe –con quien, se dice, también mantenía una relación estrecha-; Ignacio Ibargüengoitia dio paso libre a la baja estrategia de Crespo y Valdés para sacar al candidato acordado por la clase política municipal, lo cual generó el repudio de la población de Mixquiahuala hacia una candidata que percibían sin escrúpulos.
En toda esta degradante historia se contó con el apoyo de Isidoro Monroy, quien había generado una estrecha relación con el grupo de Olvera Ruiz, acordando junto a Valdés Hernández y Crespo Arroyo el uso de las cantidades económicas ingresadas para la construcción de oficinas municipales que hoy permanecen –por decirlo positivamente- en obra negra, es decir, los miles de pesos, el cemento, blocks y otros materiales aportados, parece, que tuvieron un uso inadecuado.
Como dato curioso sobre Isidoro Monroy se muestra su afición al negocio de los jaripeos, a lo que, según cuenta, debía su estrecha amistad con Joan Sebastian y su hijo, por cierto, involucrados o por lo menos cuestionados por vínculos con el narcotráfico.
Casualmente fue la propia administración de Alberto Meléndez Apodaca quien creó los órganos de proceso internos en cada municipio, favoreciendo notablemente al grupo olverista en una intentona envalentonada de supervivencia política. Mixquiahuala no fue la excepción, favoreciendo en dicha tarea al grupo de Valdés Hernández y colocando a su esposo, Javier Ibarra –a quien apodan El Toro-, como presidente del órgano, obviamente, obedeciendo el sentir de su cónyuge decidió no presentarse al registro del día de hoy.
La forma rebuscada de intentar bloquear el registro de fórmula obedece a viejas tácticas organizadas por Francisco Olvera Ruiz a través de Ricardo Crespo Arroyo, quien posee un perfil más acercado al de porro universitario que al del título de Doctor que no posee –igual que Alberto Meléndez Apodaca, quien recientemente recibió su cédula de Licenciado en Derecho. Se buscó por todos los medios generar motivos que hicieran parecer que no existía unidad o convocatoria, valiéndose de llamadas telefónicas un día antes –por cierto, mismo método empleado en las elecciones extraordinarias en Omitlán de Juárez-.
Lo que el grupo en Mixquiahuala, integrado por Lucía Yesenia Valdés Hernández e Isidoro Monroy Reyes, y aconsejado por Ricardo Crespo Arroyo, está tratando de decir es que hay un reto abierto contra el gobernador Omar Fayad Meneses, a quien no reconocen como “su gobernador” y que están dispuestos a llegar a las últimas consecuencias para destrozar la operación y acuerdos políticos que relacionen con él, así sea un palomeo.
La coyuntura que generan Valdés Hernández y Monroy Reyes reta también a Leoncio Pineda Godos, quien se enfrenta a resultados políticos de dos de sus antecesores y uno de ellos trata de regresar al juego. La tarea del exalcalde de Tepeapulco ha sido bastante desalentadora, por lo que en esta situación se probará su capacidad y fuerza para no dejar que le tiren las fórmulas.
Yesenia Valdés e Isidoro Monroy tienen en común una personalidad bastante achaparrada que los hizo confundir un favoritismo arbitrario con carrera política; poseedores de largas listas de señalamientos sin mérito, prefieren en sus momentos de convalecencia resentida cerrar posibilidades reales de trabajo a la ciudadanía para poder satisfacer sus inseguridades, así como retar y denostar al mandatario estatal, antes de generar acuerdos o proyectos útiles para Mixquiahuala.
Valdés Hernández y Monroy Reyes, hoy, muestran la peor cara de la política mexicana -grotesca y amoral-, la búsqueda de favoritismos para regodearse en absurdos caprichos que les permitan suplir su falta de visión y preparación. A estos políticos hidalguenses es a los que hay que sepultar porque no sirven ni valen la pena.
Esperemos que Mixquiahuala, pronto, pueda verse beneficiada por trabajo intenso, en unidad y apertura sin distingos, que puedan generar acuerdos que construyan y beneficien.