La agudeza de la razón no suele acompañar a las acciones sociales. ¿De qué posibles aprendizajes de la pandemia hemos sido partícipes?
Aunque vivimos un presente donde la enfermedad y la muerte han causado estragos a nivel mundial, no se ha podido quitar el velo de opresión a las sociedades, pues intereses mezquinos y de poder han sometido a la mayoría y nadie ha sido capaz de admitir que el mundo no puede ni debe seguir en las condiciones en las que se encuentra.
Vivimos esclavizando a la especie humana y depredando la totalidad del planeta; los gobiernos son jueces, títeres, marionetas de las élites que se esconden en discursos e imágenes fallidas, jugando con la ignorancia social para preservar sus oscuros intereses, envileciéndolo todo, tirando por tierra las oportunidades que la sociedad requiere y reclama.
Lo única posibilidad de reestructuración social es el enfrentamiento como instrumento de exigencia social, pero implica un costo social de desolación y muerte, porque las élites controlan el biopoder de las milicias y las policías que hacen su trabajo de contención y represión social, lo cual se refuerza con el sistema jurídico y político, maniatando a los seres humanos que buscan la equidad social.
Lo más estúpido en todo esto es que la mayor parte de los sectores urbanos del planeta viven un momento superfluo y de orgía, dispendio e inconsecuencia que no permite avizorar un aprendizaje significativo que cambie el futuro de la humanidad; por el contrario, todo apunta a que repetiremos -por siglos- los mismos errores y seguiremos siendo los vasallos de nuestra ignorancia al servicio de la opresión de las élites.
¿Qué hemos aprendido? Ni una mierda que pueda aleccionarnos para cambiar los sistemas políticos que nos oprimen, que no permiten crear un orden sistémico de oportunidades para todos, ni siquiera un sistema de piso mínimo para ser una humanidad que no se cague de hambre.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
