Castigos ejemplares e indebidos

Un gran escándalo se ha producido en las Grandes Ligas por el robo de señales. Además de castigos de un año para el manejador de los Astros y el despido del gerente del equipo tejano, las investigaciones amenazan varias cabezas más; sin embargo, a diferencia de otros deportes, como el futbol americano, el robo de señales es parte del juego: un receptor avezado se percata de que hay señal de robo y pide una pitcheada afuera para sacar al bateador. Eso no lo hace un tramposo ni mucho menos.; al contrario, se alaba la astucia del jugador frente al coach: aunque se sepa la jugada, tiene que mandarse el movimiento adecuado para impedirla.

Resulta escandaloso que hayan tenido que pasar dos años para que el comisionado “descubriera”, el robo de señales, con una alta tecnología. Hipócritamente, se han aplicado castigos ejemplares y multas millonarias, cuando hay que recordar, por ejemplo, la sanción de por vida a Pete Rose, por apuestas; en cambio, se mantienen los récords logrados por peloteros con esteroides. Esta doble moral es sintomática de los estadounidenses, que se dan baños de pureza, cuando son los principales promotores de las trampas. Basta recordar al ciclista Lance Armstrong y a muchos atletas que hacen todo por triunfar. Claro que no son los únicos: ahí están los rusos y el dopaje, y el amaño de partidos de fútbol en España. Cada vez lucen más lejos las enseñanzas del barón de Coubertin y del fair play.

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Por: Jorge Carrasco V.

Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.


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JOSEANDO - Jorge Carrasco V.

Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.