Frente a las agudas críticas de la oposición al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, y prácticamente a cinco años de sexenio, la purificación o catarsis política que vive la figura del presidente entraña un poder inédito en México, condición sociológica de magnitudes insospechadas cuya fuerza prohíja no sólo a su partido, sino a casi cualquier político o personaje de la esfera de la sociedad civil al que el mandatario distingue.
En este escenario, salvo que un huracán y tempestades pudieran derribar a Zeus del Olimpo, la mayor incertidumbre que vive la ciudadanía frente a la figura de AMLO de cara a la sucesión presidencial no es que el imaginario colectivo asuma que la oposición ganará las próximas elecciones, sino qué candidato del partido hegemónico encabezará la lucha en el marco de la 4T.
Este planteamiento abierto a la cognición del imaginario político evidencia que López Obrador se ha encumbrado como una de las figuras del siglo XX y XXI que marcarán la historia de México gracias a su capital político y carisma en una era donde sobraban los ídolos de barro, mientras que el tabasqueño se convirtió en la roca que desterró las lógicas del antiguo régimen y lo sumió en la extinción.
A diferencia del continuismo panista que sostuvieron Fox y Calderón, el continuismo morenista avizora un México de afianzamiento de un modelo social reformista de piso de pueblo, de hombres de a pie que irán purificando las prácticas erróneas de la corrupción y el poder sórdido de la política de acarreo que permeó durante décadas. En este trazo, pese a que ni son todos los que están, ni están todos los que son, la catarsis política es un hecho que irita a la oposición, porque en ella jamás hubo catarsis sino enclaustramiento de la opresión social.
Es verdad que el político tabasqueño nacido en el PRI logró, desde la reflexión de la conciencia, una defección honorable y justa, a diferencia de las defecciones de la oposición en estos momentos que son el maquillaje de la ruptura del feudo donde el monarca ha perdido a sus vasallos que se empoderaron, lo cual ha cambiado la faz política de los vacíos de poder de la oposición para enclaustrar las dudas de la precaria conducción política de las huestes opositoras.
Quizá López Obrador no quedará en la memoria nacional como un Juárez o un Cárdenas, pero sí como el presidente que dignificó a los que menos tienen sin recurrir al discurso de que “la revolución te hará justicia”, sino: “la “transformación te dará justicia”.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
