Difícil renegociación del TLCAN

El secretario de Hacienda, José Antonio Meade Kuribreña, califica de positiva la primera ronda de las renegociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Como era de esperarse, el gobierno mexicano intenta enviar señales positivas a los mercados financieros sobre los resultados de la renegociación, no quiere ver una estampida de capitales en el país y una nueva devaluación del peso como la de 1995, durante la crisis de los “errores de diciembre”.

Sin embargo, la realidad dista mucho del optimismo del gobierno mexicano. Washington se ha mantenido inflexible en su posición sobre el libre comercio y sus efectos sobre la industria automotriz. Evidentemente, el diálogo no se ha roto hasta ahora entre Estados Unidos, Canadá y México; todo lo contrario, las negociaciones continuarán en México del 1 al 5 de septiembre.

La primera ronda de la renegociación del TLCAN, que inició el 16 de agosto en Washington, encabezada por el secretario de Economía de México, Ildefonso Guajardo; la ministra de Relaciones Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland, y el representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, concluyó el domingo pasado dejando la puerta abierta para buscar un acuerdo rápido entre las tres partes, lo cual parece ser la conclusión más importante de la primera ronda.

El comunicado conjunto dado a conocer al concluir la ronda señala que será necesario un texto de compromiso y negociación en los próximos meses, precisando que Canadá, México y Estados Unidos están comprometidos en un proceso de negociación acelerada y completa, que modernizará el TLCAN y establecerá las normas del comercio del Siglo XXI, en bien de los ciudadanos.

El comunicado conjunto indica: “Los próximos meses requerirán de un gran esfuerzo y compromiso. México, Canadá y Estados Unidos están comprometidos con un proceso amplio y acelerado de negociación que actualizará nuestro acuerdo y establecerá estándares del siglo XXI en beneficio de nuestros ciudadanos”.

La conclusión de la primera ronda es que los tres socios comerciales de América del Norte quieren ir rápido en la renegociación. No es para menos, en 2018 habrá elecciones generales en México: se elegirá al nuevo presidente para los próximos seis años, senadores y diputados que podrán reelegirse por primera vez en la historia posrevolucionaria (Revolución 1910-1917); mientras que en Estados Unidos habrá elecciones intermedias en noviembre.

Sin duda alguna, México está apostando al respaldo que pueda tener de Canadá en las negociaciones. El secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, y el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, se han reunido con Chrystia Freeland, y esperan contar con su apoyo a lo largo de la renegociación del TLCAN. Sin embargo, Canadá tiene poco que perder en la disolución del TLCAN y México mucho, pues hasta hoy envía el 82% del total de sus exportaciones a la zona de libre comercio creada en 1994 entre los tres países.

Pese al optimismo de las autoridades mexicanas, la renegociación no va a ser fácil. Los primeros días han demostrado que existen desacuerdos profundos entre Estados Unidos, que quieren un cambio sustancial del Tratado y sus socios, que quieren revisarlo al mínimo, pero continuar construyendo una zona de libre comercio, libre de aranceles para la circulación de mercancías y de obstáculos para los capitales.

En efecto, las discusiones iniciales han tratado de establecer un marco general para la renegociación del TLCAN, pero se presentarán dificultades cuando los negociadores aborden los sectores sensibles como el automotriz, la agricultura, los textiles y el comercio electrónico; pues definitivamente, el presidente Donald Trump no tiene interés en profundizar la integración regional con México, le preocupa el impacto que han tenido las ventajas comparativas sobre la deslocalización de la industria estadounidense, sin reflexionar que Estados Unidos ha adquirido enormes ventajas en el sector financiero, porque su economía es intensiva en capital.

Lighthizer insistió desde el primer día en el interés y disposición de Washington de revisar las normas de origen de los productos. Hasta hoy en el sector automotriz sólo se requiere que un automóvil producido en la zona de libre comercio de América del Norte cuente con el 62.5% de los componentes fabricados en la región, para que pueda estar exentos de impuestos en los tres países; pero  Estados Unidos desearía que sea del 90% de los componentes, lo cual no sería malo para México, pero sí para las empresas de terceros países instaladas en el país.

Pero si se trata de defender el libre comercio y la integración regional a partir de la zona de libre comercio creada entre los tres países en 1994, esto parece un sueño. El equipo de Trump está intentando introducir cuotas para la importación de productos, las cuales constituyen barreras no arancelarias que inhiben al libre comercio; algo a lo que Canadá y México se niegan a aceptar. Con toda razón, pues no sólo son obstáculos al libre comercio ya superados sino que al aceptarlas aumentarían los precios en el mercado de los productos importados y los harían más caros respecto a los producidos en el país. Al respecto, Guajardo ha dicho que “no hay acuerdo comercial en el mundo que fije cuotas por país, porque implica demasiada rigidez en los negocios”, en una posición más diplomática que un argumento económico tajante.

Nada de lo que implica la creación de una zona de libre comercio entre Estados Unidos, Canadá y México, puede ayudar a revertir el déficit comercial actual estadounidense con la economía mexicana de más de 65 mil millones de dólares; por lo cual habrá que prepararse para una posible ruptura de Estados Unidos con el TLCAN, pues Trump y sus negociadores quieren de vuelta sus armadoras de autos y las industrias que se han trasladado a México, sin pensar que son intensivas en mano de obra, que forman parte de la vieja industria contaminante y que ellos, como país, deberían concentrarse en la nueva industria y en los mercados financieros, a fin de revertir el déficit.

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Por: José Luis Ortiz Santillán

Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.






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CONTEXTO ECONÓMICO GLOBAL - José Luis Ortiz Santillán

Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.