Omar Fayad: con el PRI o sin él

El proceso electoral que llevó a Omar Fayad Meneses a asumir la gubernatura del estado de Hidalgo se dio en peculiares condiciones que implicaron fuego amigo para restar poderío al entonces candidato tricolor.

Diversas lecturas se han hecho sobre las condiciones que favorecieron a Fayad Meneses para ganar, sin margen de duda, el gobierno hidalguense, tales como su trabajo de años para colocarse como puntero en las encuestas o el especial talento político para dirigir y operar su propia campaña.

Paralelamente se dio el trabajo en contra por parte del grupo del antiguo mandatario, José Francisco Olvera Ruiz, para restar al PRI fuerza en 2016 con la intención de entregar un escenario de ingobernabilidad y falta de acuerdos, pero sobre todo un nutrido grupo de detractores con la capacidad de ejercer presión para negociar prebendas y espacios.

Fueron las condiciones negativas las que llevaron a afirmar en más de una ocasión que Omar Fayad ganó sin el PRI, lo cual involucra un mensaje trascendental en la historia hidalguense, que refleja la falta de poderío del Invencible y el carisma que posee el actual mandatario para permear en el gusto de la ciudadanía, aun sin trabajo de estructura.

A un año de asumir el encargo, es evidente que ha logrado generar su trabajo con creces sin necesidad de apoyarse en el CDE del PRI Hidalgo, es decir, su gobierno podría verse como el primero de una alternancia ciudadana más allá de partidista.

Y esto no ha venido gratuitamente, sino que su paso como presidente del tricolor le sumó una visión completa de las condiciones políticas del estado, al grado de saber dar respuestas oportunas a los distintos sectores de la población sin necesidad de movilizaciones acarreadas.

Esta semana el CDE del PRI llevará a cabo la renovación de titulares de sectores y organizaciones, listas de aspirantes que tienen en común nombres de diversos grupos políticos, a excepción del encabezado por el gobernador.

Ese detalle ratifica que Omar Fayad no visualiza en el partido su prioridad, al contrario, parece apuntar a que dará el visto bueno para el arribo de diversos grupos que enfilen los trabajos en 2018.

¿Por qué?, por dos cuestiones: la primera es que su perfil es de un político ciudadano más que partidista, por lo que ha enfocado su gobierno al matiz de la alternancia que innova en la forma de hacer política; y la segunda, que 2018 no es un año electoral que puede implicar alguna gran ganancia al grupo del gobernador, pues parece que su juego se coronaría en 2020 para colocar su grupo fuerte con visión de trascendencia en años venideros.

Comienza a escucharse la posibilidad de una renovación de dirigencia –de nuevo- en el CDE del PRI Hidalgo que permita mayor margen de maniobra al osorista hidalguense con miras a generar espacios importantes en el escenario nacional.

Omar Fayad permanece con la mira fija en hacer crecer al estado de Hidalgo y generar políticas públicas ejemplificativas a nivel nacional, por lo que su mayor concentración radica en el escenario de la administración estatal que durante sus tres primeros años lograría la formalización de aceptación y fuerza política que no se agotarían en un sexenio.

La realidad es que Omar Fayad es un gobernador que ha realizado el ejercicio de alternancia en Hidalgo y un distanciamiento en el nombramiento de carteras del CDE del PRI puede hablar de una visión con mayor inclusión ciudadana, lo cual aumentaría las posibilidades de pensar en una alternancia por candidatos independientes al término de su sexenio, y por otro lado, que la realidad es que Fayad Meneses no necesita un CDE por ser él mismo un experto en materia política que le permite saber cómo operar y ganar el estado -ya  ha quedado demostrado-.

También, que el mensaje sería en concreto que el PRI es un espacio para entablar lazos y negociaciones con otros grupos políticos pero que de ninguna forma el gobernador depende de ellos. Tal vez Omar Fayad sea el primer mandatario que permita el surgimiento de grupos civiles con su mayor fuerza política.

Omar Fayad no necesita un partido y parece apostar a la ciudadanía, lo que le brindaría un empoderamiento político sin competencia siquiera.