El día de Ayn Rand

El 2 de febrero fue el aniversario del nacimiento de Ayn Rand (Alisa Zinóvievna Rosenbaum). Hacer un texto sobre ella para conmemorar sus aportaciones me da mucho gusto y emoción porque su pensamiento desentierra en mi memoria momentos muy buenos de mi etapa universitaria, especialmente el haber podido leer varios libros de su obra. 

Como suscribiente de este documento quiero decir que no me considero, al día de hoy, randiano. Considero que la escritora rusa fue una influencia importante para mí, pero su pensamiento no se ajusta a la filosofía que yo profeso. 

No ahondaré en datos biográficos porque muchos eruditos y personas cercanas a ella ya lo han hecho. En este texto lo que haré será expresar algunas posiciones de la filósofa en correspondencia con otros autores y con ello celebrar la vida que tuvo una mujer que influyó en millones de personas.

Estableceré una primera premisa: la libertad, de acuerdo a Ayn Rand, debe de ser el mayor leitmotiv humano. Esta debe de defenderse aún a costa de la propia vida porque es la búsqueda de la merma de la opresión; y la consecución de propósitos y autoestima a través del uso de la razón. 

Una segunda premisa es que la opresión se da como consecuencia de la democracia procedimental y del mesianismo político, entendido el primero como consecuencia del segundo, y este último, no solo como la mitificación de personajes políticos, sino también como  la trasmutación de la historia a través de los aparatos ideológicos del Estado (escuelas, iglesias, prensa, televisión, etcétera) para generar consensos superestructurales (en merma de la historiografía crítica), lo cual conlleva a la afectación del gobernado, pues se le coarta su capacidad de decisión. 

Por ello, los idearios políticos de las naciones que se proclaman libres son incompatibles con la operatividad proselitista de los aparatos ideológicos y de los aparatos represivos del Estado (gobierno, ejército, tribunales, cárceles, etcétera), toda vez que estos son producto del sistema que busca conservarse y reproducirse.

En tercer lugar, procurar la libertad escapa, las más de las veces, a la composición legislativa (se trate de la de los legisladores en sentido estricto o de los decretos ejecutivos), pues el carácter de élite de la mayoría de estos actores los vuelve carentes de acciones cívicas. 

Debe entenderse que las acciones cívicas son aquellas que preservan y mejoran los intereses civiles, los que Locke enunció en su Carta sobre la tolerancia como: “La vida, la libertad, la salud y la prosperidad del cuerpo; y la posesión de bienes externos, tales como el dinero, la tierra, las casas, y cosas semejantes”.

Así, el abandono del estado de naturaleza en favor de un estado civil, de acuerdo a Hobbes, es el mecanismo para satisfacer la libertad y la propiedad, ya entonces podemos inferir que es primitiva y tribal la dirigencia absolutista que merma estos derechos porque, históricamente, la libertad se constituye como el instrumento democrático y soberanista por excelencia, en el que la autodeterminación, la tributación y la representación se deberían de lograr a través del consenso y no por medio del amago de las prebendas o el suministro de paliativos en forma de servicios públicos. 

Edmund Burke, crítico político del siglo XVI, dijo a manera de corolario en su Discurso sobre la conciliación: “La libertad, y no la servidumbre, es la cura para la anarquía; como la religión, y no el ateísmo, es el remedio verdadero para la superstición”.

Por otro lado, la semblanza de la libertad no se establece únicamente como un paradigma axiológico, también es una construcción histórica cuyos bemoles han sido los crímenes y disertaciones realizados por ella y contra ella. 

Aparece la libertad, por primera vez en el numerario 280 del Código de Hammurabi, el cual rezaba el procedimiento para la consecución de ella; luego se encontró en el contenido de la ley judía, en Éxodo 21:2 y Levítico 25:10, donde se rememora la liberación de los esclavos en el séptimo año y el jubileo, respectivamente; y en el Evangelio, en Juan 8:32, fina con la conclusión que a la letra dice: la verdad los hará libres

El romanticismo, en contraposición a las escuelas de la decadencia griega, invoca a la naturaleza, al humanismo, al positivismo cristiano y a la libertad; esta corriente artística e ideológica marcó, entre otros eventos, el inicio de la Revolución francesa, la cual, bajo el lema: liberté, egalité et fraternité (libertad, igualdad y fraternidad) llevó a Francia a la independencia del derecho divino y de los monarcas, aunque degeneró, más adelante, en el terror jacobino. En palabras de Gordon, de Boris Pasternak, en Dr. Zhivago: “Lo que fue concebido de un modo noble y con altura de miras, se convirtió después en tosca materia. Así, Grecia se transformó en Roma, así el iluminismo ruso se convirtió en la Revolución rusa”.

Luego apareció el constructo de las obras económicas y políticas liberales del siglo XIX y XX. Estas fueron cimentadas en el movimiento artístico romántico, fuga del corpus social represivo de su época, dando lugar al Fausto de Goethe, a Los Miserables de Víctor Hugo, al Ivanhoe de Walter Scott, y a otras obras que describían al conjunto de facultades heterónomas susceptibles (y víctimas frecuentes) de la transgresión estatal y popular, mismas que en las respectivas obras señalan un conjunto de proposiciones y principios económicos, filosóficos y jurídicos, en pro de la consecución de lo propio.

Más adelante nos definieron escritos como los de Huxley (Un mundo feliz), Orwell (1984) y Kafka (El proceso), que buscaban la rebelión al derecho legislado, a la moral imperante y a los convencionalismos institucionalizados por los usos y costumbres, cuando estos no correspondían a la visión de Estados que la filosofía del autor pretendía. 

Sin que Ayn Rand utilizara el término Estado de Derecho, su vida pública nos lleva a rescatar el término que significa que en un Estado se media entre los valores humanos y el poder político, se subraya con ello la importancia del legado liberal. Los Estados que adoptan hoy por hoy el liberalismo reconocen como intrínsecos al hombre los derechos civiles, políticos, sociales, culturales y económicos. En palabras de la tradición sofista, el hombre se ha vuelto la medida de todas las cosas; y en esos Estados el dogma constitucional liberal acuña la libertad, la igualdad, la seguridad y la propiedad como sus cánones. Mientras tanto, el falso liberalismo se hace de un ideario con contenido clientelista y fiscalista en menoscabo de la libertad, la legalidad o de la racionalidad. 

Existe una fetichización del antiliberalismo, la cual se ha popularizado y ha fincado su rezo en utopías como el paternalismo sin tributos, la condenación de la plutocracia y la destrucción anárquica de las categorías sociales. Así, el malogro de esta misantropía solo puede darse dentro de la permisión volitiva en la que encuentran su lugar los derechos humanos, el sistema electoral y el libre mercado. 

Finalmente, Ayn Rand, también conocida como la filósofa de Atlas, estableció en su pensamiento que el sustento enajenado logra que el corporativismo político se convierta en normalidad de hecho y de derecho en la sociedad administrada; de esta misma forma los gobiernos impuros de Aristóteles operan dosificando derechos estériles que mancillen las capacidades motoras e intelectuales de los gobernados, dando ocasión a cada hombre de perder la conciencia de su ser, de sus necesidades y la libertad.

Ayn Rand decía que las mentiras contenidas en los rezos antiliberales hacen que, por ingenuidad o necesidad, el ser humano se entregue a la prepotente y desvergonzada prebenda, encontrando al final de este camino fracaso, desengaño y desilusión. 

Avatar photo

Por: Iván Mimila Olvera

Abogado y asesor en materia constitucional y autor de los libros "Cuestionario de Derecho Constitucional" y "Cuestionario de Derecho Constitucional de los Derechos Humanos". Actualmente es litigante en activo y asesor de diversas organizaciones de la sociedad civil.


ARCHIVADO EN:
, , , , , ,



Avatar photo

CONSTITUCIONALISMOS - Iván Mimila Olvera

Abogado y asesor en materia constitucional y autor de los libros "Cuestionario de Derecho Constitucional" y "Cuestionario de Derecho Constitucional de los Derechos Humanos". Actualmente es litigante en activo y asesor de diversas organizaciones de la sociedad civil.