El origen del mal

Dos condiciones básicas de la estrategia neuropolítica de los vectores del poder se esgrimen para dominar y controlar a un adversario:

  1. Quebranta su poder: erosiona las bases que dieron génesis al dominio político que estableció desde las estructuras institucionales que le permiten su reproducción  hegemónica.
  2. Quebranta su legitimidad: articula en el imaginario colectivo el ataque de las zonas vacías y erróneas de tu adversario, propiciando descrédito social más allá de su influencia colectiva inmediata.

En estos días aciagos para el Partido Revolucionario Institucional (PRI), no solo son las variables internas que lo aquejan -como las decisiones de cúpula, la verticalidad en la toma de decisiones, la pérdida de conducción orgánica de sus bases, o bien, la división interna de sus fuerzas y cuadros dirigentes- las que desvelan el origen del mal.

La jugada maestra es, sin duda, el trazo estratégico que inició como variable externa cuando López Obrador atacó las fibras sensibles de la probidad del PRI y sus vacíos en la ética política en la ciudadanía; arropando al tiempo la defección que había iniciado con Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo y, desde luego, con su propia defección al estandarte tricolor del partido revolucionario que se volvió institucional, para preservar desde la estructura del Estado no solo su pervivencia, sino su control político.

En sentido estricto, se trata de la jugada de ajedrez de jaque mate en dos movimientos: “el mate del loco”, donde el alfil aprovecha la torpeza del peón contrario para atacar al rey, que decapita en el acto. En este golpe maestro, López Obrador no solo construyó y articuló su capital político que generó un movimiento social más allá de Morena, sino también desgarró la estructura del PRI que se tambaleaba, aprovechando su juego político vertical que devino en corrupción e impunidad a lo largo de la historia, al tiempo que operaba bajo la reproducción política de los cuadros del PRI.

Hidalgo y el alba de su proceso electoral de junio de 2022 ha dejado en inmejorable escenario al precandidato de Morena, Julio Menchaca, presto para capitalizar el jaque mate “del loco”, precipitando con ello la posible extinción del tricolor, que en el desenfreno hoy trata de aleccionar a sus miembros impidiendo que ocupen cargos en embajadas o cualquier estructura institucional de la 4T, que ahora aparece como un poder inclusivo nacionalista, más allá del control mesiánico del poder presidencial.

El “mate del loco” termina con la derrota del adversario en dos movimientos, pero ¿también habrá de extinguir al PRI?

 

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