El último dragón

El dragón no es sólo un animal mitológico, es todo un ícono del presente por su fuerza, sabiduría y su letal forma de dirimir cualquier disputa. Es sin duda, una representación del poder.

Indagando en diferentes manuscritos encontramos logias, organismos públicos y privados, secretos y proscritos, cuyo ícono es el dragón. Pero eso no es lo significativo, sino el ritualismo que engendra y que genera condiciones de usos de poder; no se trata de un culto a la imagen, sino de ritos que trazan acciones sociales.

Es sabido que las logias siempre han tenido fuerza política y que muchos de sus miembros engrosan las filas del poder del Estado, algunas más claras y otras oscuras, pero en definitiva, siempre incidiendo en el juego y control político.

Es evidente que el Estado no es una construcción inerte, imparcial y mucho menos inofensiva a nivel social, todo lo contrario: estamos en la antesala de una construcción encarnizada, utilitarista e instrumento de grupos de poder. Eso lo hemos visto y sabido siempre, sin que hayamos podido crear mecanismos o formas de depuración de lo político.

Pensemos en las logias masónicas: sabemos que estadistas, intelectuales, artistas y profesionales de todo tipo forman parte de ellas, pero no sabemos qué objetivos persiguen, si tienen fines de apoyo social o de control social, y cómo sus trazos y programas se vinculan con el tejido social.

Gramsci percibió con claridad que el poder se prohíja en organización, que vertebrar una organización conlleva a darle magnitud y sentido a una fuerza social, y que cuando esa fuerza está provista de poder intelectual, pocas cosas pueden detenerla o bien oponérsele.

No todo grupo de poder es un organismo abierto, no todo grupo de poder es un partido político; existen claramente otras fuerzas que en la sombra o en el anonimato encuentran una vitalidad impresionante y que a la postre les permitirá salir a la luz pública, cuestión que se percibe pese a que no la podamos ver.

Tres signos empoderan a este tipo de entes: organización, lealtad y disciplina.

El trazo es lógico, en un mundo atomizado la organización emerge como fuerza de acción y control social.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.






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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.