Durante muchos años, Estados Unidos y Europa marcaron la pauta del desarrollo de la economía capitalista, pero hoy sus propósitos parecen encontrados y sus socios comerciales, como México, parecen desorientados. Mientras Estados Unidos con Donald Trump se dispone a restablecer sus barreras arancelarias y a construir una muralla en su frontera sur para detener la inmigración, los europeos defienden el libre comercio y discuten la mejor forma de acoger a los millones de refugiados desplazados por las guerras en Medio Oriente y África.
Pero mientras México se alista para iniciar los trabajos de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), a pesar de que presumiblemente Trump no cambiará su posición al respecto, los europeos limpian sus armas y se disponen a enfrentar a Washington.
El lunes pasado la Comisario Europeo de Comercio, Cécilia Malmström, confirmó que la Unión Europea (UE) está lista para tomar medidas de represalia si Washington aplica impuestos sobre las importaciones de acero. Esto puede interpretarse como que la Comisión Europea está en pie de guerra contra el proteccionismo comercial de Trump y tiene ya la respuesta adecuada en caso de que grave las importaciones de acero en nombre de su seguridad nacional.
Cécilia Malmström ha sido muy franca al decir públicamente que si Washington impone aranceles a las importaciones de acero, la Unión Europea va a responder con la misma moneda en otras áreas del comercio que le harán mucho daño a Estados Unidos.
Un impuesto a las importaciones de acero en Estados Unidos no sólo afectará a los europeos, sino también a países como China, Corea del Sur, Japón, Canadá, entre otros. Todos saben que existe un problema de exceso de capacidad de producción de acero en China, pero dentro del G20, hasta ahora, nadie ha propuesto medidas para hacerle frente; lo único que se sabe es que la Unión Europea presentó dos quejas ante la OMC contra China por dumping en el sector del acero.
Sin embargo, en la medida que Estados Unidos avance en la reconstrucción de sus barreras arancelarias, es posible que por otro lado crezcan aún más las zonas de libre comercio, incorporando a la Unión Europea y a China, lo que dejaría aislado a Estados Unidos. No obstante, hasta ahora todo son especulaciones sobre las ambigüedades en las que se desenvuelve la política comercial de Trump, las que pueden convertirse en realidades al final de este año, incluso la continuación del TLCAN o la propuesta de sustituirlo por un tratado bilateral entre Estados Unidos y México. Pero al margen de ello, como los europeos, bien valdría la pena que México tuviera claras las medidas que aplicaría a Estados Unidos si violara los acuerdos firmados.
Por: José Luis Ortiz Santillán
Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.
